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Las cosas con Kazutora estuvieron un poco tensas después de lo que pasó, intentamos dejar eso atrás y continuar con la relación normal, aunque cada vez que lo veo, las palabras de mi vecina regresan a mi mente.

Cómo relojito, la puerta de la tienda se abrió, con solo ver de quién se trata tome una bolsa y comencé a llenarla de taiyakis.

La miró de vez en cuando, pensando si debería preguntar.

— ¿Me dirás tu nombre algún día? —la mire algo dudosa.

— Huh, ¿Por qué quieres saber mi nombre? —enarco una ceja.

— No lo sé, has venido a comprar lo mismo los últimos tres años, ya eres una clienta frecuente, creo que ya debería ponerle un nombre a tu rostro —me encogí de hombros—. Aunque si no quieres decirme, está bien

La menor recibió la bolsa, miró el contenido y luego me miró a mi.

— Ha... Fujisaki, Kihara Fujisaki.

— Que lindo nombre Kihara.

— Si... —por un momento su mirada se quedó perdida en el espacio—. Es raro porque tiene una H Intermedia, digo, pudo ser solamente Kiara y ya

Solté una pequeña carcajada.

— Pues, creo que la H Intermedia le da un toque muy elegante

La bicolor dió un paso atrás para dirigirse a la puerta, pero se detuvo.

— ¿Y Tú?... Tu nombre

— Hah, Temari —ella asintió con la cabeza apretando los labios en una pequeña sonrisa.

— Hasta luego Temari —se dió vuelta y caminó a la puerta.

— Te veo la próxima semana —agite la mano en su dirección.

Bueno, ahora sé su nombre así que oficialmente ya no es "la niña de ojos violetas"

***


Hoy salí temprano de la pastelería, Hina me pidió que la acompañe a comprar ropa para su hija.

— ¿Por qué Takemichi no viene contigo?

— Porque su gusto por la ropa es pésimo —confesó algo avergonzada.

No pude evitar carcajearme, la bebé me miró con el ceño fruncido y un puchero al darse cuenta que me estoy burlando de su padre.

Entramos y salimos de varias tiendas, y al ver toda esa ropa de bebé, no pude evitar que el corazón se me estrujara un poco.

Yo también quiero un bebé...

— Temari, estás bien? —Hina me toca el hombro—. Te quedaste mirando a la nada

— Si, estoy bien —le dedique una sonrisa para que no se preocupara—. Solo estoy algo distraída.

Aproveche esa salida para cómprame algo de ropa también, cuando terminamos fuimos a comer hamburguesas, a petición de la hija de Hina, ella no estuvo muy convencida pero al final aceptó.

Ver su hamburguesa infantil con la banderita me hizo pensar en Mikey.

Sonreí nostálgica al recordarlo.

Hace años que no lo sé nada de él, después de que me ordenara alejarme.

***

Hoy espere a Kihara toda la tarde, pero nunca llegó por los taiyaki, a decir verdad, me preocupé un poco.

— ¿Se enteró de lo que pasó? —Asuka entró a la cocina mostrándome la pantalla de su celular—. Hubo un embotellamiento no muy lejos de aquí

— Siempre hay embotellamientos —arrugue una ceja.

— Si, pero este no fue uno normal, por al menos media hora, el lugar fue un baño de sangre —sigue viendo la pantalla, leyendo a toda velocidad—. Pero nadie quiere contar lo que vió, la policía dice que fue un conflicto entre mafias y ya

— Vaya... pues si es algo relacionado con organizaciones criminales, es entendible que nadie quiera decir nada.

Me encogí de hombros y seguí con mi trabajo, sin darle mayor importancia al tema.

***

Kihara volvió el siguiente viernes, aunque se la ve diferente, además de que esta herida.

Con cada semana que pasa se ve peor, tiene ojeras muy pronunciadas, y cada vez se la ve más delgada.

Quiero preguntarle, pero temo a la reacción que pueda tener, cada vez que viene siento que un aura muy oscura la persigue y me dan escalofríos.

Me regañe a mí misma diciendo que eso no es de mi incumbencia y que no debo meterme en vidas ajenas, pero me preocupa.

***

Cuándo fue la hora de cerrar, Asuka se quedó limpiando todo, volví a mi casa a bañarme y me tire en el sofá a ver una película, no preste atención a nada de lo que pasó en la trama, me quedaba dormida a cada rato y solo la vi de a pedazos.

Despierto cuando están pasando los créditos.

Me limpié la saliva de la mejilla y apagué la televisión.

Me levanté del sofá y me arrastre a la cocina para calentar agua, me tomaré un té antes de dormir, mientras el agua se calienta, salgo al balcón a fumar un cigarro, la noche está muy tranquila.

Apoyé los codos en la barandilla y ví hacia abajo, un grupo de amigas caminan por la calle carcajeándose como si nadie pudiera escucharlas.

Escuché mi celular sonando en la mesita de café de la sala, apagué el cigarro y entre, en la pantalla ví el nombre de Hinata.

— Hola Hina —me puse el celular en la oreja—. ¿Qué pasa?

Hinata no me responde pero la escucho sollozar a través del parlante.

— Hina... ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —mi corazón comienza a latir con mucha fuerza—. Me estás asustando...

Nada, solo sollozos.

— ¿Pasó algo con tu hija? ¿Necesitas ayuda?

— No... no

— Hinata, respira

Escuché como del otro lado de la llamada, Hina respira muy profundo.

— E-Encontraron el cuerpo de Takemichi —me congelé al escucharla—. Lo encontraron junto al cuerpo de Mikey

¿Mikey también está muerto?

— Enviame tu dirección —colgué el teléfono y me vestí rápido.

Camine a la cocina para apagar la hornilla, en ese momento alguien tocó el timbre de mi apartamento, tal vez es Kazutora.

Camine rápido hacia la puerta, pero del otro lado no esta Kazutora.

Despeinado, muy agitado, como si hubiera llegado corriendo y sus ojos inundados en lágrimas.

Sentí una oleada de nostalgia al verlo.

— ¿Ran?

— ¿Podemos hablar?

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Ig: Tuamigaalli






 𝑨𝒈𝒓𝒊𝒅𝒖𝒍𝒄𝒆; Ran Haitani [𝗧𝗿𝗶𝗹𝗼𝗴𝗶𝗮 #𝟭]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora