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Los días con Román estaban siendo diferentes a lo que hacíamos cuando estabamos en Rio Cuarto, ahora salíamos más y pasábamos más tiempo juntos, era divertido. Desde que Lionel nos invitó a la joda esa no pude dejar de pensar en otra cosa, obvio que le avise que sí iríamos y que se quede tranqui porque Román se quedaba en lo de Walter pero yo si aceptaba dormir en su casa, hasta nos pasamos el teléfono de nuestras casas para que su mamá hable con la mía y se queden tranquilas de que todo iba a estar bien, hicimos una promesa, la promesa de dejar que nuestras madres hablen pero nosotros no íbamos a tocar el teléfono, no nos íbamos a hablar, queríamos mantener nuestras cartas y conocer las voces en persona, Román dijo que era medio tonto pero así estaba bien para mí.

Mi familia nos llevo hasta Rio Cuarto ya que tenían también que seguir con papeles y visitar a la familia, cuando el auto estacionó en la casa de Lionel no lo pude creer, mis piernas temblaban y me baje del auto junto a mi mamá mientras mi papá, Román y mí hermano miraban por la ventana. Toque timbre y salió la madre, nos saludó y escuché como llamaba a Lionel desde la puerta.

— Gracias por dejar que Romi y Pablito se queden, en verdad ellos están muy felices

— Gracias a vos por dejar que vengan, Lio está un poco solo desde que llegamos acá y esto le va a venir muy bien. BAJA LIO DALE QUE SE VA LA MAMÁ DE TU AMIGO

— Estoy yendoo.

Escuché su voz y quedé inmóvil, no podía creer lo lindo que se escuchaba, pensé que tal vez era más ronca o algo así pero tenía todo el sentido que sea Dulce, tenía mi edad y aunque no lo aparentaba su personalidad era igual a su voz.

Cartas - Scaimar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora