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Estuve toda la semana en las nubes, hablando con Lionel e ignorando mí realidad dónde no tenía amigos y dónde todo me parecía una mierda, lo único que me gustaba de Buenos Aires era poder acceder a música más rápido y tener una cancha enorme en la que jugábamos a veces, cuando a mis compañeros les faltaba un jugador y yo les decía que sí, porque siempre quiero jugar a la pelota.
El domingo, el día después de la fiesta, mi viejo me levantó con su cara de tipo serio y me dijo "levantate Pablo" al principio me asusté, pensé que me había mandado una cagada, pero después vi a mi mamá con una sonrisa de par en par y se me pasó, cuando hay malas noticias mi mamá no puede disimular.

— Vamos a la cancha, a la de River, hace mucho que no vamos — Mi papá se sentó a desayunar pero yo no pude contener la emoción y empecé a chillar moviendo los brazos y cantando canciones de cancha, yo soy fanático de River, una sola vez fui a la cancha y era muy chico, así que ir ahora a nuñez a ver a mi equipo fue un sueño.

A la tarde, luego de comer y prepararnos, salimos en el auto mientras hablábamos de los jugadores, del director técnico, el contrincante y más cosas que realmente para mí no importaban, yo solo queria ir a la cancha, descubrir a que huele, como era ver un partido sin relatores, ver a los jugadores, cantar, gritar goles y hasta me emocionaba el clima adentro de ese estadio. Cuando llegamos había mucha gente y para mi sorpresa no entramos con toda la gente, si no que nos hicieron pasar por otra puerta hasta llegar a un palco, quedé boquiabierto

— papá, ¿Cómo carajos hiciste?

— ¿A vos te gusta River?

— obvio pa, es el club que más amo, por vos me hice de acá

— ¿Y te gusta jugar a la pelota? Quiero que me digas la verdad, si no te gusta jugar y solo ver esta bien

— Es mi sueño ser futbolista, pero entiendo que es difícil

— Nos llamaron a casa para decir que podes llegar a jugar, va a ser difícil y te va a llevar esfuerzo pero por favor, no descuides tus estudios Pablito. Estamos acá por eso, después va a venir un señor y nos va a decir bien como es.

No hable, me quedé callado con una sonrisa de oreja a oreja, luego llego un señor que nos explico que podía llegar a jugar pero tenía que estar dispuesto y sin apuros, básicamente entrenar y esperar a que me pongan en la banca para después sí jugar, no me importaba esperar, no me importaba nada con tal de jugar en River, siempre, desdé chico fue mi sueño.

— Muchísimas gracias

— A vos... Pablo ¿No?

— Pablo César Aimar

— Bueno, metele pibe eh, suerte.

— gracias.

Volví a casa sin saber el resultado del partido, estaba perplejo, no entendía absolutamente nada y todavía tenía a mi padre hablando sobre la guita que seguramente voy a hacer, lo famoso que me voy a volver, que voy a ser un icono y un ídolo de todos los hinchas, pero el peso de mis hombros no crecía, simplemente era yo, pero siendo llamado por River y solo podía pensar en llegar a casa así hablaba con Lionel.

Cuando volvimos a casa le contamos a mi mamá que por supuesto ya sabía todo y me puse a escribir mientras merendaba.

"Querido Lionel: ¿Cómo estás? Yo muy feliz, nunca te conté pero hace unos meses, antes de conocerte, hice una prueba para entrar a jugar en River, como nunca me llamaron me olvidé de eso pero hoy mí viejo me llevo a la cancha con la sorpresa de que puede llegar a ser que juegue en primera, ¿No es increíble? Estoy feliz y al mismo tiempo cagado hasta las patas.
Estuve escuchando las canciones y son una mejor que la otra, en especial agradezco que hayas puesto "Seminare" porque es de mis temas favoritos y los de los redondos son épicos, nunca los había escuchado y ahora soy fanático número uno, gracias en serio, me hizo muy feliz.

Con amor,
Pablito."

Deje la carta en correo y me fui a caminar al parque, necesitaba aire, necesitaba estar solo con todos los sentimientos que me pasaron en estos días, era como si el mundo derrepente tuviera piedad de mí y me de la felicidad que tanto estuve buscando.

Cartas - Scaimar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora