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Llegamos a la fiesta los tres con ganas de bailar y divertirnos pero cuidandonos de no llegar a la casa dados vuelta. Tomé a Pablo de la mano y pasamos a un patio hermoso que era donde sería la joda, su primo se había ido por ahí con la promesa de que a las 05:00 en punto nos encontramos para irnos, en ese momento sonaba una cumbia medio típica pero igual la bailamos, no conocíamos a nadie y para nosotros era mejor.

- ¿Querés una cerveza?

- Bueno, pero hay que cuidarnos de no ponernos en pedo, acordate

- Esta bien, pero relajate un poco, es una cerveza o dos y listo, nada más.

Empezaron a pasar Cuarteto y vi los ojos de Pablo iluminarse, me tomo de las manos y bailamos un par de temas, yo soy de palo para el cuarteto pero él si que era bueno, tenía sangre cordobesa y se notaba.

- Creo que tenés un don para el cuarteto - Grité por la música acercandome a su oído - Yo no puedo ni seguirte

- Bailas bien Lío, no vas mal encaminado. - me guiña un ojo y yo siento que muero en ese instante, si no fuera porque se acercaban dos chicas lo besaba.

- Hola ¿Están solos? - Dice una de las dos rubias y siento que quiero echarlas pero no se como — Mi amiga y yo queríamos saber si quieren bailar con nosotras.

— ¿Cómo te llamas? — la otra rubia, menos educada que la otra, tomo a Pablo colocando la mano de el en su cintura, y como no sabía que hacer, el que acciono fui yo.

— Muchas gracias chicas, pero estamos mejor solos. — Tome a Pablo de su campera y lo estire despacio hasta mi lado

— Bueno, perdón. Rena vamos dale.

— No, espera amiga. ¿Porque preferirian estar solos y no con unas chicas así de lindas como nosotras? Además, vos no decidís por tu amigo ¿No es asi bombón?

— Ehh, Yo decido por mí y decido que no me hace falta estar con ninguna otra persona, estoy bien acá, estamos.

— Dale amiga dejalos y vamos.

— ¿Que pasa, son maricones? — Dijo soltandose del agarre de su amiga

— ¿Disculpa?

— Sii, si son Maricones, putos, trolos, mojan la galletita, gays, homosexuales va. ¿Entienden los terminos?

— Entiendo muchas cosas yo, pibita, lo que vos no entendés, no se si tenés algún problema auditivo si es así te recomiendo ir al otorrino, es que te dijimos que no queremos bailar, bueno en realidad queremos estar lo más alejados posible de vos, tu amiga no es el problema porque ella se ve que entendió, pero de vos sí que sos medio tonta. — Quedamos todos con la boca abierta, no pensé que Pablo podía humillar así a alguien, definitivamente habían más cosas de él que no conocía.

Cuando las chicas se fueron lo bese, ya sin miedo, no me importaba nada porque estar con el era lo mejor que me había pasado, en especial después de esto. Un tiempo después la lluvia empezó a caer fuerte y lo tome de la mano corriendo para sacarlo afuera.

— ¿Estás loco, que haces? Nos va a dar una pulmonía.

— Relaja Payasito, no tengas miedo, no nos va a pasar nada, es lluvia.

Estábamos mojados y tomados de la mano, riendo a más no poder por la situación y la noche que habíamos pasado. Me acerque despacio y solté su mano para apoyar la mía sobre su cuello y besarlo lentamente.

— Siempre quise un beso bajo la lluvia

— Yo siempre quise besarte bajo la lluvia.

Escuchamos un auto y la tía de Pablo nos tocaba bosina, con miedo nos soltamos y fuimos al auto, sabíamos la cagada a pedos que se nos venía.

— Tía, pensé que venias más tarde

— Si Payito, pasa que como llueve si no venia ahora era imposible salir con el barro, prefiero quedarme con ustedes en el auto antes que dejarlos solos. ¿Tu primo?

— No se, debe estar llegando porque dijimos que a las cinco acá. Tía, por lo que viste yo...

— No me digas nada Pablo, sabes que por mí no pasa nada, es más hasta hacen linda pareja ustedes dos, no voy a buchonear porque ya se como se ponen los boludos de tus tíos pero tranquilos, pueden confiarme este secreto. ¿Cómo la estás pasando Lionel? Pueden venir cuando quieran a mi casa eh, están invitadisimos.

— Gracias señora, perdón por ensuciarle y mojarle todo el auto, si quiere se lo limpiamos

— Ni te preocupes, aparte siempre se ensucia, lo importante es que se divirtieron.

Cuando llego su primo, se subió en la parte de acompañante delantero y nos fuimos otra vez a la casa de campo, no podía dejar de sonreír y de rozar la mano de Pablito, me sentia en las nubes, enamorado, sentía que podía estar con el por siempre.

Cartas - Scaimar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora