capítulo dos

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June; 


Hace como 8 horas el avión en el que iba había partido desde Londres y se dirigía a Montreal. Mi cerebro no había registrado la mayor parte del viaje. ¿Por qué? Solamente por una simple razón: me había dormido. Pero lamentablemente, era la mayor de cinco hermanos, y dos de ellos eran lo suficientemente escandalosos como para molestar a todos los pasajeros de un avión entero.

—Cállate, imbécil —escuché decir a Tanner —. Vas a despertar a June.

—Ya estoy despierta —susurré, con los ojos cerrados y la voz medianamente ronca. Dí vuelta la cabeza.

—¿Y a mi que me importa si ella se despierta o no? —preguntó Tyler.

—Qué considerado —dije, abriendo los ojos y mirando a los gemelos a mi izquierda —. Dios, tengo un sueño.

—Si, soy un amor —me contestó Tyler, sonriendo.

Giré mis ojos, mientras me daba vuelta una vez más y trataba de volver a dormir.

—Yo si fuera tú no me dormiría —me aconsejó Tanner —. Vamos a aterrizar dentro de poco.

De repente, todo el sueño que tenía se me esfumó. Me senté bien derecha en el asiento, medio asustada.

—Deben estar bromeando —susurré, empezando a empanicarme.

Tanner y Tyler tenían sonrisas burlonas en sus rostros, mientras negaban.

—Nop.

—Pero, ¿no podían despertarme después de que aterrizáramos?

—En realidad lo hicimos a propósito —me dijo Tyler, mientras el otro asentía.

—Nos gusta ver como sufres los aterrizajes.

—Le voy a decir a papá.

Los miré medio molesta, mientras me ponía el cinturón de seguridad y me aferraba fuertemente al asiento.

Para ser sincera, amaba viajar, pero odiaba los aterrizajes de los aviones. Me daban muy mala espina. Sentía que el piloto iba a perder el control y caeríamos y moriríamos todos. Pero eran solo supersticiones, ¿cierto?

Cerré mis ojos con fuerza, pensando en cualquier otra cosa que no fuera el avión. A mi mente vino mi mejor amiga, Payton, y sonreí. Hace un mes que no la veía, y eso era muchísimo, considerando que vivíamos juntas y éramos, prácticamente, hermanas. La mayoría de las veces, ella venía a Londres a visitar a mis tíos conmigo, pero justo tenía una cita médica, por lo que no pudo asistir con nosotros esa vez.

Payton, lamentablemente, padecía de bronquitis crónica, por lo que su madre la llevaba al doctor seguido. Es decir, no iba una vez por mes, pero si iba más frecuentemente de lo que la gente normal lo hacía. Es decir, una vez cada dos meses, para hacerse chequeo general y controlar que todo estuviera en orden.

Escuché las recomendaciones de la azafata a través de los altavoces antes de sentir cómo el avión comenzaba a caer poco a poco. El pánico se fue esparciendo por mi cuerpo lentamente hasta llegar a cada extremo. Mi espalda estaba fija en el respaldo del asiento, mientras mis ojos no se abrían y mis dedos no se despegaban del apoyabrazos. No quería mirar por la ventana; me negaba rotundamente a mirar por la ventana.

Mi mente estaba casi segura de que iba a morir.

—¿No quieres ver el paisaje? —escuché decir a Tyler, con todo alegre.

—Cierra la boca.

Los escuché reír a los dos burlonamente, y pronto comencé a sentir como el avión tocaba el piso.

RAMÉ © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora