capítulo veinte

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June;


El tiempo pasó y apenas me había dado cuenta. De repente, mis padres se encontraban organizando navidad y estaba a menos de una semana del cumpleaños de Corbyn, que era el 3 de diciembre.

No sé, sinceramente, como todo había sucedido tan rápido. Lo último que recuerdo es que, la noche de Halloween, Payton vino a dormir a casa e hicimos un maratón de películas que nos hacían llorar a ambas. Ella sabía que cada año, Bobby y yo nos esforzábamos con todo lo que tuviera que ver con nuestros disfraces y, aunque puse las películas como excusa, en realidad lloraba porque una parte muy grande de mi extrañaba y necesitaba a mi hermano. Payton debió de sospechar que, llegada esa fecha, me deprimiría, así que agradezco que se hubiera preocupado.

En lo que respecta a Oliver, octubre fue un mes tranquilo, por denominarlo de alguna manera. Pero como a principios de noviembre, volvieron las notas, mensajes y amenazas. Me pareció medio raro que, cerca de la última semana de ese mismo mes, hubiera vuelto a desaparecer como si la tierra se lo hubiera tragado. Me parecía un poco inestable. Era como si, al principio, después del intento de secuestro, hubiera atacado con fuerza y, ahora, carecía de esa misma fuerza. Pero yo no era la persona indicada para hablar de inestabilidad, y menos si era emocional. Tampoco era la persona correcta para decir qué decisión debía tomar o no, porque, si hablamos de gente indecisa, yo sobresalía en esa categoría.

Pero otro tema que me preocupaba era Payton. Antes de Halloween, la veía apenas. Siempre la invitaba a que viniera a mi casa, pero ponía excusas. Como que tenía citas médicas, o que ya había quedado con su madre para hacer algunas cosas. Incluso me ofrecí a acompañarla al hospital un par de veces, pero siempre me decía que no. La ví la noche de Halloween, pero de ahí en más, no volvimos a juntarnos. A pesar de que me había puesto muy insistente. Al fin y al cabo, se trataba de mi mejor amiga.

Si preguntan por la escuela, la veía en los recreos y apenas. Compartíamos un par de clases, y nos sentábamos juntas como de costumbre. Pero cada vez que quería hablar con ella, era como si evitara el tema. Al final, decidí dejar de insistir. Payton era mi mejor amiga hace aproximadamente diez años, y que se alejara de repente me hacía mal. Era como si no quisiera estar conmigo o, aún peor, como si le doliera acercarse a mi. Parecía que tenía un campo de fuerza que le evitaba hablarme. Y si me dirigía la palabra, era porque yo me había acercado a ella primero.

Corbyn, en todo este tiempo, no había dejado de apoyarme y decirme que pronto, todo volvería a la normalidad. Nuestra relación-amistad había crecido bastante, y ahora teníamos mucha más confianza. De hecho, me había regalado dos de sus sudaderas y ya se había quedado a dormir en mi casa. Me parecía curioso porque, en mi hogar, todos parecían quererlo. Mis padres lo trataban como un hijo, Chester y él parecían haberse hecho amigos cercanos, Tanner y Tyler le tenían el respeto suficiente para evitar hacerle bromas pesadas y Fred y George corrían a él cada vez que cruzaba la puerta de entrada. Era como si ya se hubiera ganado todo el afecto posible.

La primera noche que durmió en mi casa, cuándo me levanté, estaba sentado en la isla de la cocina tomando té con mi madre y mi abuela, lo que me parecía raro, porque mi abuela no era la clase de mujer que uno puede ganarse en un solo día. Corbyn parecía que tenía a toda mi familia de su lado. Era muy extraño, pero estaba contenta. Como me había dicho mi padre, todo aquello era mucho mejor que la posibilidad de que toda mi familia lo hubiera odiado.

Se acercaba su cumpleaños y yo, como buena novia-amiga, debía hacerle un buen regalo. La cadenita que él me había regalado (la que decía Ramé), había sido mi regalo favorito y no me la quitaba por nada. Ahora, yo debía darle algo que fuera igual de especial, y ya tenía una idea.

RAMÉ © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora