capítulo treinta y cuatro

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June;


Mi madre me apuntaba, y había una mirada en ella que para mí no era habitual. Era una mirada de odio.

Odio hacia mí, por algo que yo no había hecho ni causado.

Jaló el gatillo, y el pulso no le tembló ni un segundo.

Ella estaba decidida, ¿y qué podía hacer yo?

Me puse derecha, y la miré directo a los ojos. Si al menos iba a morir, que no fuera tan sumisamente.

—¿Enserio lo harás? —pregunté.

Ojalá Corbyn estuviera llamando a la policía en aquel preciso instante.

No me contestó.

—Tus hijos no merecen que seas una asesina...

Hizo una mueca.

—Uno más no le hará nada.

—Pero ellos...

—No son tus hermanos —sentenció, y me dio bronca pensar que tenía razón, hasta cierto punto.

Pero no fui yo quién la contradijo.

—Lo somos —dijo una tercera voz.

Tyler estaba parado detrás de mi madre.

Ella sonrió, sin alejar sus ojos de mí.

—Ty, no es el momento.

—No la mates —pidió.

—Lo haré de todas formas.

—Pero ella...

—Lo has sabido por meses, ¿ahora te importa? ¿Ahora quieres hacer algo por ella? Aquí ya no hay lugar para la esperanza.

Me faltó el aire por un segundo.

¿Tyler lo sabía?

—June —dijo, y por un momento muy breve, nuestras miradas se encontraron.

—¿Lo sabías? —pregunté.

No respondió.

—Lo siento —dijo, simplemente.

Volví la mirada a mi madre, a la cuál no podía notar debido a las lágrimas.

La traición de uno de mis hermanos me dolía mucho más que el hecho de saber que ya estaba casi muerta.

—No puedes negar lo mucho que lo intenté —dije.

—Nadie puede negar eso, pero la profecía ya está escrita.

—Tuve buenas intenciones, y la más grande de las esperanzas...

—A veces tener eso no es suficiente, Junie —Louise sonrió.

—¡Lou! —gritó Mitchell, desde la segunda escalera.

Mi madre no quitaba sus ojos de mí.

—Ya es tarde para salvar a nadie, Mitch. Hiciste lo que pudiste.

—¡Pero ella no tiene la culpa de que Billie no te ame!

A Louise le tembló la mandíbula por un segundo.

—Despídete, Ty. Hazlo por los otros, aunque sea.

—Mamá...

—¡Te dije que te despidieras! —gritó, enfurecida.

RAMÉ © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora