capítulo treinta y uno

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June;


Subí la escalinata de piedra de la entrada conteniendo el aliento. Tres tramos de escaleras que parecían interminables, y en los cuales me tenía que repetir a mí misma que estaba haciendo lo correcto. Que ésta era la decisión correcta. 

Consumiendo el aire de mis pulmones y estando segura de lo que había elegido, llegué hasta la puerta. No sabía muy bien lo que tenía que hacer, así que me quedé parada ahí, simplemente. Sabía que ellos me veían desde algún lado, que sabían de alguna forma que yo ya había llegado, que ya estaba ahí.

Casi como si con mis pensamientos manifestara cosas, mi celular sonó y lo sentí vibrar en mi mano. La pantalla mostraba el ya conocido "Número Desconocido".

Suspiré y atendí.

—¿Hola? —pregunté, con miedo.

Hola, June.

Oh, hola, Mitchell.

—Ya llegaste, por lo que veo. Linda chaqueta, por cierto.

Me di vuelta buscando algún lugar que delatara su escondite. Yo tenía razón, me observaban de algún lado, pero en medio de la noche era muy difícil distinguir de dónde.

No te esfuerces tanto, Junie —que me dijera así me dio tanto asco, un sentimiento casi inimaginable. Un nivel de asquerosidad que no sabía que podía sentir —, no podrás verme.

No respondí nada.

Las instrucciones son las siguientes: ingresaras por la entrada del frente, y subirás las escaleras hasta el final, sin detenerte ni un solo segundo. Al final, en el último piso, vas a dirigirte al salón que se encuentra al final del pasillo, el único que tiene la luz prendida —asentí de lo nerviosa que estaba, y luego pensé que no podría verme, pero recordé que sí.

Que me observaba. Que todavía me observaba. Que todavía estaba ahí. Que todavía esta pesadilla horrorosa no había terminado.

Pero terminaría pronto. Yo me aseguraría de eso.

Muy bien —lo escuché decir —. Tómalo como un cumplido: eres muchísimo más valiente de lo que tu madre fue jamás.

—No hables de mi madre —dije, enojada —. Está en un hospital por tu culpa.

¿Estás segura de lo que dices, June?

No dije nada.

Volviendo a lo que estábamos, en el aula te estarán esperando dos personas: una a la que conoces muy bien, y otra a la que no has visto en tu vida. Pero ambas dependen totalmente de tí. Debes tomar buenas decisiones, June. Hoy más que nunca.

Hizo una pausa, en la que mi cerebro maquinaba a full. ¿Quién era esa otra persona? Yo solo sabía que una era Bobby.

Nos vemos ahí, June Elizabeth Amery. Y ojalá que Dios no te abandone.

Cortó.

Lentamente bajé el celular de mi oído, pensando una vez más en lo que estaba haciendo. Tenía millones de razones para no entrar ahí, para dejarlo ir todo, para abandonar. Como un millón de razones para bajar los brazos.

Un millón de razones para irme lejos, pero Bobby era esa buena única razón para quedarme.

Me giré para mirar a mis hermanos y Corbyn a lo lejos. Los cuatro estaban del otro lado de la reja, mirándome con ansias y, como pude notar, con lágrimas en los ojos.

RAMÉ © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora