capítulo dieciséis

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June; 


Corbyn y yo entramos a mi casa por la puerta de la cocina luego de hablar con Robert Dunphy.

Mis hermanos no estaban, por lo que no tuvimos que tener cuidado para subir al segundo piso y, de ahí, al ático.

Estaba todo tan oscuro que no veíamos nada.

Corbyn encendió la linterna de su celular y estuvimos buscando por un rato hasta que encontramos, casi al fondo, una caja enorme que decía, con la prolija y pareja letra de mi madre, "Fotografías". Estaba llena de polvo, como todo lo demás, pero tenía unas huellas marcadas. Eran recientes.

—Corb —susurré —acá.

Lo escuché acercarse.

—¿Las huellas no te dan mala espina? —lo escuché decir.

—Deben ser de mi padre, de cuándo guardó las fotos para que mi mamá no las viera.

—Si tú lo dices.

Corbyn y yo nos sentamos en el suelo, y abrimos la caja. Habíamos apoyado su celular sobre un jarrón que había sobre una mesa. Seguramente, ambos objetos eran muy antiguos.

Una nube de polvo nos envolvió a los dos cuándo destapamos la caja. Comencé a toser, sacudía una de mis manos frente a mi rostro y a la otra la metía dentro de la caja. Había cómo cinco álbumes, pero yo saqué el primero que estaba a mi alcance.

—Graduación del '92 —leí.

Corbyn y yo nos miramos, y luego, temblorosamente, abrí el álbum. La primera fotografía era de mis abuelos, junto a mi madre y Elizabeth. Mi mamá sostenía un diploma mientras usaba una bata azúl. Mi tía, a su izquierda, la abrazaba emocionada.

—June —susurró Corbyn, a mi lado —, eres igual a ella...

No se equivocaba. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Era como si yo estuviera allí.

Pasamos de página, dónde vimos una fotografía de mi papá, mi tío Mark y el padre de Corbyn, Mitchell. Los tres sonreían, y sostenían los diplomas, contentos.

Los tres llevaban las batas azules desprendidas, y, debajo de ellos, se apreciaba su ropa: jeans rotos, camisetas de bandas de rock como AC/CD, converse negras y distintos estilos de cabello. Mi padre lo llevaba largo hasta los hombros, mi tío Mark lo tenía rapado y Mitchell llevaba el cabello normal. Rapado a los costados y largo arriba.

—Dios, que buena genética tienes —escuché decir a Corbyn, a mi lado.

Pasé la fotografía, y detrás, había una que lucía idéntica. Nada más que en ésta, ellos reían por algo que mi padre estaba diciendo. Iba a pasarla, cuándo Corbyn me frenó.

—Espera... mira... —señaló la esquina.

Enfoqué mis ojos en la parte superior derecha que él señalaba, al fondo. Era mi tía.

Parecía estar hablando con alguien, pero sólo veíamos la mitad del cuerpo. No sé le notaba la cara, aparte de que el fondo estaba desenfocado, por lo que no podíamos descifrar de quién se trataba. Lo único que pudimos notar, era que mi tía no lucía bien. Era como si estuviera afligida por algo. Y esa persona con la que hablaba también llevaba una bata azúl. Era de la misma generación de mis padres.

Tomé mi celular y saqué una fotografía de la página.

—¿Crees que se trate de...? —susurró Corbyn, mientras ambos admirábamos la fotografía.

RAMÉ © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora