≛𝟘𝟘𝟞≛

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Shin

El final del día había llegado, y estaba de camino a mi casa. Veía a los lados, para no toparme con Umeji. Llegue a mi casa, y ahí estaba mi mamá, la cual estaba limpiando, deje un beso en su mejilla y la abrace.

—Hijo, más tarde vendrá la vecina Aiko, me gustaría que convivieras con su hijo, y que fueran no se, amigos—Dijo mi mamá, y en ese momento un nudo se me hizo en la garganta.

—S-si... C-como tu di-digas mamá—Dije mientras caminaba a mi habitación.

¡Carajo! Ahora mi mamá tenía una idea totalmente equivocada de Umeji. Umeji y yo no debíamos ser amigos, somos muy diferentes, y tampoco creo que el quiera ser mi amigo, debido a que ante el yo soy un marginal. Me fui a dar un baño, por lo que entre a mi habitación y me fui al baño, quitándome la ropa poco a poco y con pereza, y cuando estuve desnudo me metí en la regadera, sintiéndome feliz por el agua tibia que caía por todo mi cuerpo, y aquel jabón de olor a flores era mi favorito. A mi me gusta oler bien y sentirme limpio, por lo que siempre uso productos para mi cuidado personal.

Al salir del baño me puse algo de crema en el cuerpo y me peine, para vestirme con una pijama y acostarme. No pasó más de una hora cuando mi mamá paso a mi cuarto, y atrás, venía quien menos quería. Umeji.

—Mira hijo, los dejaré un rato para que hablen, el y la vecina Aiko estaremos abajo, si necesitan algo no duden en ir—Dijo mi mamá, para darse media vuelta e irse.

Umeji paso, este veía el cuarto por todos lados, mientras alzaba la ceja intrigado con cada decoración que mi cuarto tiene. Suspire, para taparme mis piernas las cuales estaban al descubierto por un short, y tome mi teléfono.

Íbamos a estar un rato largo aquí.




Umeji

Veía todo el cuarto de Shin con admiración. Voltee mi mirada a donde estaba Shin, el se veía incómodo. Yo sonreí, pero quite mi sonrisa al instante. Me acerque a pasos lentos a el, para sentarme a su lado.

—Aléjate—Dijo el, mientras se ponía a la defensiva.

—Hey, cálmate—Dije algo confundido—¿Por qué me evitas?.

—Ya te dije, somos vecinos, nada más que eso. Por favor, no me busques, dejame en paz—Dijo Shin, mientras se veía cada vez más asustado.

Apreté los puños con rabia, y jale su sábana. El me miro con miedo, y yo lo detalle. Sus piernas estaban al descubierto por un short el cual le llegaba arriba de las rodillas, y su piel era igual de pálida que en sus brazos. Sus piernas eran hermosas, como si fuera una chica...

—¡¿Qué me mi...?!—Antes de seguir hablando, me tire encima de él, tapando su boca.

—Shhh...—Dije en un susurro, cerca de su oído—Es mejor que te mantengas en silencio, si no quieres que esas señoras entren a la habitación y piensen cosas que no son.

—Si estamos en una posición comprometedora! ¡Quítate! —El me intento empujar, pero en vano.

—Deja de gritar! —Dije mientras juntaba aún más nuestros cuerpos—Si sigues así lo único que ganas es que nos retengan allí abajo con un interrogatorio... —Dije mientras lo veía.

En sus ojos se veía el miedo que sentía ante mi presencia. Y sus labios temblaban levemente mientras de estos salían jadeos. Mi mano se deslizó lentamente por su pierna, pude sentir como su piel se erizaba, y de su boca salió un gemido de miedo ahogado. Sonreír satisfecho, mientras me acercaba a sus finos y pálidos labios.

—Aléjate, déjame... —El parecía asustado, pero yo solo lo tome de sus mejillas, y sin esperar más junte nuestros labios.

Eran tan dulces y suaves, aún mejor de lo que me imaginé muchas veces. Mis dedos pasaban por su piel descubierta, sintiendo un deseo inigualable por su ser. El intentaba separarse, usaba toda su fuerza pero yo solo seguía besandolo, hasta que me separe.

—¡E-estas demente! ¡Aléjate, pervertido! —Ante eso, solo recibí una patada en mi estómago.

Se me había ido todo el aire, y me retorcí sintiendo un fuerte dolor. Shin me veía asustado, parecía arrepentido de haberme golpeado, y yo solo me levante, para reír.

—A pesar de ser toda una nenita pegas muy bien... Y tus labios saben muy bien—Dije en modo de burla, y el me tiro una almohada.

—Mantente a esa distancia de mi, no quiero verte. Eres un pervertido! ¡¿Quién te dio derecho de tocarme así de simple!? —Dijo Shin, tomando su sábana, para taparse.

—Shh—Volví a callarlo, y me senté en una de las sillas que estaban ahí—Estaremos un rato aquí, así que intente no provocarme otra vez.




Llegue a mi habitación, y me acosté agotado. Recordé lo que había hecho, y sonreí al recordar los dulces y finos labios de Shin sobre los míos.

—Carajo... Cada vez me vuelve más loco—Dije para mi mismo, tomando uno de mis cuadernos para sentarme en mi escritorio.

A Shin le gustan los poemas, por lo que supongo que si le escribo unos cuantos, entonces logre llamar su atención. Mi teléfono sonó, y lo tome, dándome cuando de que era un mensaje de el estúpido de Hokuto, el cual tenía planes de salir el domingo con los chicos. Yo acepte, para dejar mi teléfono de lado y empezar a escribir.




La alarma sonó, y me levante asustado. Mire en donde estaba, estaba dormido encima de mi escritorio, y tenía una manta alrededor de mis hombros. Suspire, para levantarme de la silla, y quejarme del dolor de espalda por no haber dormido bien. Como un muerto me fui a bañar, mientras intentaba quitarme todo ese sueño que tenía encima.

Me vestí y me fui a la Academia, tenía mucho sueño como para desayunar, así que me fui a dejar mis cosas al salón rápido. Mire mi asiento... Se veía cómodo... Carajo, el sueño me está matando.

~𝐋𝐨𝐜𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora