𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐

704 62 8
                                    


Daniela.

Cerré la puerta del dormitorio con la respiración jadeante.

No es por subir las escaleras lo que me ha provocado tal desasosiego respiratorio, sino
que ella haya subido delante de mi. La faldita
se ceñía a su trasero, el excitante liguero rojo
se asomaba de vez en cuando por debajo de la prenda, insinuando sus nalgas desnudas, visibles a cada paso.

Maldición, tengo tantas ganas de acostarme con ella que apenas puedo pensar. Pero liarme con Poché –como me había dicho que la llamara minutos antes – sería igual que meter drogas: estúpido y potencialmente nocivo.

La semana anterior había salido con Emily por tercera vez. Emily es maestra de primaria en Tyler, Texas. No había estado mal, es una mujer dulce y apacible. Con los ojos color azul y hoyuelos en las mejillas. Le gusta la música country y no soporta las blasfemias; no me avergonzaría presentársela a mi familia.

Sería la esposa ideal. Una madre perfecta y hogareña, igual que la mía. Eso es lo que quiero. Necesito pensar en ella esta semana y no en Poché.

Después de esta semana jamás volveré a ver a esa stripper tan sexy otra vez.

Una vez dentro de la habitación de invitados de la morena, saco el móvil del bolsillo y reviso la lista de contactos. Ahí esta el nombre de Emily.

Necesito con desesperación recargar fuerzas oyendo su dulce y tranquila voz, pero no puedo despertarla a las cuatro y media de la madrugada.

Me haría demasiadas preguntas que no puedo
responderle. Temo decirle cosas que no debo en lugar de centrar la conversación en la escuela, en las clases que da y en las actividades de la
iglesia.

Poché me ha excitado de tal manera, que dudo mucho que sea capaz de tener el suficiente control para responder a las preguntas de Emily. Las necesidades de mi parte más oscura se ponen del lado de la sangre que me hierve en las venas. Todo mi cuerpo me pide a gritos una satisfacción.

Así que necesito actuar ya. Me ducharé. Lo necesito con desesperación. El agua tibia me enfriará la piel, me tranquilizará, me ayudará a
respirar con normalidad… Rebajará mi lujuria a unos niveles que me permitirán dormir. Y dejaré de pensar en la mujer sexy y provocativa que yace en su cama, a menos de diez metros de mí.

¡Vaya mierda!

Cojo el pantalón del pijama de la maleta de mano y salgo al oscuro pasillo en dirección al cuarto de baño. Una suave luz sale por la rendija de la puerta del dormitorio de Poché e ilumina el pasillo.

Me digo a mi misma que debo ignorarla. Pero cuando me meto en el cuarto de baño, buscando a ciegas el interruptor de la luz, no puedo evitar mirar por encima del hombro hacia la puerta entreabierta y, veo una pierna deliciosamente dorada.

Contengo el aliento cuando un millón de imágenes de Poché en la cama me bombardean
la mente.

La veo con las piernas y los brazos abiertos
para mí, recuerdo las provocativas bromas y
las roncas palabras de aliento que han anulado cualquier tipo de lógica. Santo Dios, sentir aquella boca rodeándome la polla fue la experiencia más asombrosa…Hasta que la penetré y perdí la cabeza.

Entonces, ella me llevó todavía más allá y me permitió hundirme en su delicioso y apretado culo, y me dejé llevar sin contención de ningún tipo, disfrutando las asombrosas sensaciones. Poché se entregó durante seis horas completas sin importar lo que yo quisiera hacer. Nadie me había afectado antes de aquella manera. Y tampoco después.

Quedarme en la misma casa que ella es tan peligroso como rociarse con gasolina antes
de saltar por encima de una hoguera.

De repente, ella se retuerce en la cama. La imagen de la su perfecta pierna dorada cambia cuando se mueve, permitiéndome ver además la tensa pantorrilla y el interior de su muslo.

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora