𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑫𝒊𝒆𝒛

626 62 10
                                    

Sintiéndome poco orgullosa de mi actitud, permanecí al otro lado de la calle mirando hacia la casa a oscuras de Poché con una botella de
whisky en la mano, esperando. Llevo aquí casi una hora; son ya las cuatro de la madrugada, estoy media borracha y más enfadada que nunca.

Ella había elegido a Tyler. Quizá ahora estén follando como conejos mientras yo vago por el parque, dura como una piedra, y deseando con todas las fuerzas estar en el lugar de Tyler. Y
todo porque la he rechazado, más de una vez, como la jodida idiota que soy

Para empeorar las cosas, había escuchado un mensaje de Emily un poco antes. En lugar de sentirme aliviada, oír su tono agudo y feliz había sido como una ardiente punzada en mi mente. Me invito a ir con ella a un picnic dominical el fin de semana siguiente. Y lo único que sentí fue miedo.

¿Qué me sucede?

Es María José Garzón.

Fue tan necesario haber salido de esa casa, que se la cediera a Tyler y estar casi borracha para darme cuenta de que lo mejor sería tirármela otra vez para poder sacármela de la cabeza.

Por supuesto, esa opción ahora ya no es posible, puesto que ella está ocupada.

Gracias a Dios que le compré la botella de whisky al camarero del club después de que Deke se fue.

¿La dejaría Tyler satisfecha? ¿Se le daría bien
el sexo oral? ¿O lo suyo sería follar sin más?

Hago una mueca al imaginar los atributos sexuales de Tyler. Lo único que dudo es que Tyler tenga más resistencia que yo. Sé que en eso le gano al gorila y, prácticamente, a cualquiera.

No es que estuviera orgullosa de saber que cuando caía en el frenesí sexual no paraba durante horas... Ni siquiera les preguntaba a mis parejas sexuales qué sentían. Las tomaba una y otra vez, de manera implacable, hasta que fueran esclava de la necesidad y el deseo.

Cuando me sumergía en aquel estado, vivía para sentir como me clavaban las uñas en la espalda, para que me suplicaran y, sobre todo, para hacerlas gritar de placer.

De repente se enciende la luz del porche de la María José y se abrió la puerta principal. Tyler sale y ella lo sigue. El pelo le cae sobre la espalda y lleva puesto un camisón de raso blanco que hacen visibles sus muslos.

El guardaespaldas se dirige a su vehículo, pero se da la vuelta antes de llegar. Pone las manos sobre losnhombros de Poché y la atrae contra su enorme cuerpo, acariciándole la cabeza.
Ella apoya la frente en su hombro; parece absolutamente relajada entre sus brazos.

Aparto la mirada y tomo otro trago de whisky.
El líquido me cae como una bomba incendiaria en el estómago. ¿O lo que arde son mis entrañas porque no puedo sacarme de la cabeza la jodida imagen de Poché follando con Tyler?

Ahora no puedo negar la verdad. Estoy tan celosa que apenas lo veo.

Menuda ironía ¿verdad?

Poché se aparta. Tyler murmura algo y la besa en la frente. Ella asiente con la cabeza y da un paso atrás. Frunzo el ceño. Si se pasaron una hora prendiendo fuego a las sábanas, ¿por qué no se dieron un beso como Dios manda?

Finalmente, el hombre se sube a su vehículo negro y se marcha. Poché lo observa doblar la esquina. Luego clava los ojos en mi 4x4.

-¿Dany?

Maldita sea. Debí haberme largado, debí haberme ido a algún lugar donde no tuviera
que verla con Tyler, donde ella no supiera que los había estado observando. Pero no, estaba demasiado ocupada ahogándome en alcohol y celos para pensar correctamente.

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora