𝑬𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐 𝒅𝒐𝒔: 𝑩𝒐𝒏𝒉𝒆𝒖𝒓

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Doce años después.

Los Ángeles, California.

Dos niños de diez años de edad salían en puntillas del dormitorio de sus madres, donde éstas dormían tranquilamente, mientras que otros dos no tan niños se encontraban en la cocina.

Lucas y Mía Calle Garzón estaban enfrascados en una pequeña discusión porque al parecer la tarea que un día antes el adolescente de catorce años le había encomendado a su hermana de doce años no la había cumplido.

-Una sola cosa, Mía, una sola cosa -Luc siguió retando a su hermana mientras se colocaba un delantal blanco y buscaba una liga para atarse su largo cabello castaño para ponerse manos a la obra -. Me puedes ayudar con mi cabello -le pidió a su hermana, quien rápidamente se acercó a él por atrás, y con la liga que le pasó le hizo una cola de caballo.

-Podemos buscar la receta en internet -dijo Mía, mientras se alejaba un poco.

-Esa receta no está en internet, está en el libro que mamá tiene en su biblioteca. Y esa biblioteca está en su dormitorio. Te pedí ayer que sacaras el libro cuando ella no estaba -le reprochó otra vez el adolescente -¿Ahora que se supone que vamos a hacer?

-¡Tenemos el libro! -exclamaron Daniel y Dylan entrando a la cocina con el libro en mano.

Luc se acercó a ellos y les pidió que bajaran la voz, los mellizos hicieron una señas con sus dedos de guardar silencio.

-¿Como lo consiguieron? -preguntó Mía desconcertada. El libro estaba en la biblioteca privada de su madre castaña, y el dormitorio siempre estaba bajo llave.

-Logramos entrar al dormitorio -dijo Dylan, sintiéndose orgulloso.

-Pero cómo -preguntó Luc, ojeando el ejemplar, buscando la receta.

-¡Con esto! -Daniel alzó en su mano el pequeño artefacto con el cual pudieron acceder a la cerradura de la puerta del dormitorio de sus madres.

-Chicos, son unos genios -Luc los felicitó -Espero que las mamás no los hayan visto.

-Ellas estaban profundamente dormidas -respondió Dylan.

-¿Y Ally, donde la dejaron? -Inquirió Mía.

-También está profundamente dormida en su cama.

Al parecer los cuatros chicos tenían todo bajo control, solo tenían aproximadamente hora y media para preparar a sus madres un delicioso desayuno en honor a que era su aniversario.

-Bueno chicos, tenemos el libro. Ahora manos a la obra -detacmino Luc, la voz líder.

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La luz del sol comienza a filtrarse a través de las cortinas del dormitorio del par de mujeres y madres de los chicos que están en la cocina.

Daniela abre un ojo y después el otro, sintiendo un hormigueo en su vientre y como se contraía de excitación.

Miró a su alrededor y trató de estirarse un poco pero algo se lo impidió, más bien alguien.

Entre sus piernas se encontraba su esposa, devorándole el miembro con total devoción.

Catorce años de matrimonio eran suficientes para que la pelinegra todavía la siguiera volviendo loca de placer.

Daniela gimió cuando Poché comenzó a lamerle el glande de una manera lenta y tortuosa. Con total sincronización, deslizaba la mano de arriba a abajo haciéndola gemir sin parar.

Entonces Poché hizo algo mucho más excitante: enterró su erección todavía más profundamente en su boca y comenzó a gemir
a su alrededor. Daniela notó que Poché tragó saliva y su glande chocó contra los tensos músculos de la garganta.

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora