𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒕𝒓𝒆́𝒔

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—¿Embarazada?

¿Por qué me lo dice a mí? ¿Está intentando decirme que el bebé es mío?

—¿Estás segura?

Ella asiente lentamente con la cabeza.

—Hace semanas que no tengo la regla y pensé que era debido al estrés. Pero según pasó el tiempo, comencé a notar cambios extraños en mi cuerpo.

—¿Cuáles? —le pregunto, Quizá está equivocada.

Incluso aunque no lo esté, el bebé no es mío.

Me enfermé de sarampión en la adolescencia,
lo que provocó en mí indeseados efectos secundarios.

Los médicos me dijeron que poseía tan pocos espermatozoides, que la probabilidad de dejar embarazada a una mujer era prácticamente nula. Tenía diecisiete años y la noticia me provocó una reacción agridulce. Por un lado una profunda tristeza al saber que no tendría hijos y por otro, una exultante alegría al darme cuenta de que mi novia -en ese entonces- y yo no tendríamos que tomar medidas contraceptivas.

Pero después de algunos años, el tema me comenzó a preocupar. Regresé al médico con veintisiete años y me sometí a nuevas pruebas.

A pesar de haber mantenido relaciones a tres
bandas con Deke y otras mujeres, comencé a desear tener una esposa y familia propia. El médico aplastó aquella posibilidad con rapidez. Incluso llegué a tomar unas pastillas de citrato de clomifeno durante unos meses para intentar mejorar mi recuento espermático.

Los análisis revelaron que sí, tenía más posibilidades que antes de tener hijos, pero
éstas seguían siendo muy inferiores.

No volví a someterme a más análisis. ¿Para
qué molestarme en repetir algo tan humillante
y devastador?

Pero Poché piensa que su bebé es mío, o quiere que yo lo crea.

Tamborileo los dedos contra la mesa mientras me embarga una oleada de celos.

Al no conocer mi secreto, lo más probable
es que ella piense que existen la mitad de posibilidades de que su hijo sea mío.

Pero el honor corresponde a Tyler...

¿Por qué viajó hasta Texas para decírmelo en vez de comunicárselo al guardaespaldas? ¿Por qué me habían entrevistado en Ellen? ¿Por qué había firmado un ventajoso contrato con la televisión por cable?

No parecen razones dignas de la terca y
valerosa mujer que tengo en frente, pero
no se me ocurren otras.

¡Joder! Es una mentira y me duele tanto,
que las entrañas me quieren explotar de
dolor.

Cuando me rechazó seis semanas atrás, me había dolido mucho, pero esto es todavía peor.

—Se me pusieron muy sensibles los pechos —continúa ella, tras un largo silencio—Era como si tuviera gripe…pero al poco tiempo, comenzó a darme asco la comida muy condimentada. Me
sentía muy cansada. Fui ayer al médico. Estoy embarazada.

«No gracias a mí…»

¿Por qué es tan amarga esa certeza?

Tamborileo los dedos en el tapete otra vez.

¿Qué coño quiere que le diga? ¿Qué la felicite?

—Salgo de cuentas el siete de junio.

Tengo que otorgarle cierto crédito, las matemáticas están a su favor. Sin embargo, es evidente que también se había acostado con Tyler durante esa semana.

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora