𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒏𝒖𝒆𝒗𝒆

602 64 5
                                    


Pov Daniela

Esperando encontrar a Poché, a Tyler o a alguien que supiera algo, convencí a Jack para que me llevara al Club. Era una acción desesperada, pero no podía dejar piedra sin mover. En cuanto nos detuvimos ante el vistoso letrero del edificio de ladrillo, observé que había un grupo de personas delante del Club y maldije para mis adentros.

—¿Es Primpton? Joder… —Jack parecía casi tan enfadado como yo

Joder, aquel bastardo santurrón ya me irritaba lo suficiente en circunstancias normales y este no era el mejor día para que me viniera con tonterías.

—Y ha traído a la prensa con él —maldije—. ¿Qué coño querrá?

—¿Cerrar el club de tu mujer? —dijo Jack retóricamente.

—Atención —dijo David arrastrando las sílabas—. A ese tipo de cabrones orgullosos les encanta ser el centro de atención. Es como un niño en el cuerpo de un hombre al que le gustaría ser Dios al crecer.

Jack asintió con la cabeza.

—Sí, se cree el adalid de la moralidad. Gilipollas…

En cuanto estacionó el auto, me bajé. Habría ido por la puerta trasera para evitar a Primpton, pero no tenía llave. Poché me había facilitado una de la puerta principal por si me hacía falta en alguna emergencia. Y eso lo era.

Cuando me aproximé al club, Primpton me bloqueó el camino, con su rizado cabello blanco húmedo de sudor se puso delante de mí y su papada se bamboleó cuando meneó un dedo ante mi cara.

—¡Deténgase! Piense en su alma inmortal antes de entrar en ese antro del diablo donde reina el pecado.

Tuve que apretar los dientes y contenerme para no molerlo a golpes y dejarlo tirado en la calle.

—Entonces, piense que ahora está en la calle pero que, como dé un solo paso más, invadirá una propiedad privada y haré que lo arresten.

Los pálidos ojos azules de Primpton ardieron de furia.

—¡Esa puta del demonio la ha conducido al pecado y a la fornicación!

—Estamos casadas, no es pecado.

—¡Eso no es más que una patética mascarada! Una boda civil no cambia lo que ella es.

—No se atreva a hablar de mi mujer de esa manera. Es una contribuyente de esta comunidad que jamás ha hecho nada contra usted. ¿Qué derecho tiene a insultarla?

El concejal infló su estrecho pecho.

—Todos los creyentes en Dios tenemos la misión de conducir a los demás por el camino de la rectitud.

Vomitivo. No tenía tiempo que perder con gilipollas de miras estrechas y, especialmente en este momento, no tenía ni pizca de paciencia para hacerlo.

—Entonces seguro que le gustará saber que mi esposa ha pasado página. No volverá a actuar.

Primpton pareció revivir.

—¿Va a cerrar el club?

—¿Ha tenido su reciente matrimonio algo que ver en la decisión de su esposa para dejar de actuar? —gritó uno de los periodistas.

La prensa… Santo Dios. ¿No se cansaban nunca esas sanguijuelas de acosar a la gente con historias inexistentes?

No. Pero en este caso, les podía dar algo real que publicar.

—Sí. Tiene intención de centrarse más en el restaurante y cuenta con todo mi apoyo. Estamos muy ilusionadas con la siguiente etapa de nuestra vida. Aunque ayer por la noche alguien forzó la entrada de nuestra casa y provocó muchos destrozos. Mi esposa se sintió aterrada. Ahora ha desaparecido y necesito su ayuda para encontrarla.

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora