𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑻𝒓𝒊𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆

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Es viernes por la tarde y sobre el cielo de Lafayette no se veía una nube. Observo la
calle por la ventana de la salita mientras
espero. Dentro de media hora, tengo que estar en la consulta con la ginecóloga. Daniela me había pedido que la dejara acompañarme.
Pero aún no ha dado señales de vida.

Suspiro. ¿Dónde se ha metido esa mujer?

—Tienes cara de estar pensando en la chef —bromea Sadie.

Pongo los ojos en blanco ante esa ridiculez.
Había tomado medidas para poner fin a mi matrimonio con Daniela, pero me resulta imposible dejar de pensar en ella. Esta mañana, me descubrí acariciando la alianza, tentada a ponérmela, sólo para sentirme más cerca de ella

—No comprendo a Daniela —confieso—. Ha pasado casi una semana desde que le disparamos a Johan.

—Ese tal Johan es el individuo más merecedor de una caja de pino que yo haya conocido en mi vida. —Sadie me agarra la mano—. Querida, ¿por qué no nos contaste nada sobre tu pasado?

Porque era mi vergüenza y la había ocultado en el fondo de mi alma, usándola para endurecer mi corazón y no dejar que nadie se acercara demasiado.

Daniela derribó mis defensas y colmado el alma. Y ahora me siento incompleta sin ella.

«Jamás podré amar a otra mujer ni la mitad de lo que te amo a ti».

Me mordisqueo una uña mientras esas palabras atraviesan mi mente.

¿Ella lo había dicho de verdad o sólo las pronunció porque nos enfrentábamos a la muerte?

—Sólo quería olvidarlo todo —digo finalmente—. Además, jamás me imaginé que Johan me hubiera visto en el entierro de mi madre ni que me reconociera y, mucho menos, que contratara a alguien para seguirme la pista…

—¿Estás enfadada con Tyler?

La pregunta ronda sin cesar en mi cabeza.

—No, no estoy enfadada. Le encargaron un trabajo. Tyler me explicó que Johan no le pareció un psicópata hasta después de que me localizó y le comunicó la información que había obtenido. En realidad, dejó su vida en suspenso para protegerme porque se temía lo peor.

—Y porque esperaba que te enrollaras con él.

Hago una mueca.

—Eso también.

—¿Te dijo lo que iba a hacer ahora?

—Tyler quiere quedarse a vivir en Lafayette. Dice que le gusta la ciudad y que no es tan agobiante como Los Ángeles. Jack y Deke le han ofrecido trabajo. Al parecer, han tenido que rechazar clientes porque no dan abasto, y Deke quiere pasar más tiempo con Kimber ahora que tienen un bebé en camino.

—Tú también lo tienes, querida. ¿A qué hora es la cita con el médico? ¿No deberías irte ya?

Rechino los dientes y miro el reloj, quedándome sorprendida.

—Le daré cinco minutos más a Daniela, después si todavía quieres…

—Por supuesto, iré contigo. En estas situaciones, una chica necesita todo el apoyo moral que pueda conseguir —se ofreció Sadie, sonriendo con tristeza—. Aunque sé que preferirías que te acompañara Daniela.

No puede negarlo.

A pesar de haber estado con ella el lunes, cuando había insistido en verme en casa para asegurarse de que estaba sana y salva, Daniela se fue…

¿Qué esperabas que hiciera después de que le enviaras los documentos de divorcio? ¿Que se quedara contigo para que pudieras insultarla de maneras más creativas?

𝑫𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒐𝒔𝒂 𝑹𝒆𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 𝒞𝒶𝒸𝒽𝑒́ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora