.33.

1K 70 5
                                        

| primera persona.
rain mirren.

Monte Carlo, Mónaco.

16:50

abrí los ojos queriendo no hacerlo por el inmenso dolor de cabeza que sentía ahora mismo.

aún podía oler el cloro en mis fosas nasales y eso me hizo casi vomitar.

murmullos se escucharon y levanté mi cabeza... ¿qué había pasado? lo último que recuerdo es que estaba hablando con lando y...

ah, TONTO LANCE, SI PUEDES HABLAR FRANCÉS, ANIMAL.

las camionetas y... mis ojos dejaron de enfocar cuando lágrimas se juntaron.

un ardor en mis muñecas y en mis tobillos me hizo sollozar, estaba atada en una silla. los murmullos se hicieron más claros y giré mi cabeza a dónde provenían con la sorpresa de que mi madre estaba a mi lado, atada de la misma manera que yo.

pero ella aún no sabe que sí puedo hablar, no tengo señas si mis manos están atadas.

—rain, mi amor.— sollocé ante su llamado.

mami, cuánto te extrañe.

—¿qué haces aquí?— negué y alcé los hombros.— ¿viniste sola?

volví a negar y la puerta se abrió.

pude escuchar el tacón de los zapatos de vestir de mi padre. había oscuridad pero el impecable brillo que siempre llevaban me dejaba saber que sí era él. mi ceño se frunció porque eran más pisadas, alguien venía con él.

—por fin mi familia se reúne.— su voz me dió escalofríos. y por costumbre y el miedo que sentía, bajé la cabeza.— yo no entiendo cuál era el afán de dejarme, a mí, a tu amado esposo y... a tu padre.

pasé saliva apretando mi mandíbula.

—papá, —dijo una voz conocida para mí.— ¿qué hago con el celular de rain? sigue vibrando.

alcé el rostro encontrándome con la cara de lance, él al verme sólo desvió la mirada y juro haber tenido ganas de golpearlo.

—dámelo.— le respondió mi padre y apenas lo miré a él. —a ver, lando... lando... sí, lando. voy a llamarlo —me miró—, y me dirás todo lo que te diga.

él marcó el número y miré a mi madre. el celular fue puesto en mi oído y me tensé. mi respiración se hizo agitada y quería llorar con fuerza, no podía hablar, no ahora.

—¿rain?— oí su voz y un sollozo salió de mi garganta.— Dios, muñeca. ¿dónde estás?

mordí mi labio evitando llorar fuerte.

—contéstale.— me dijo lance.

¿hay alguien contigo?— preguntó.

lando, sólo ven por mí.

—lando...— solté en un hilo de voz que yo apenas oí, pero sé que él sí.

aquí estoy, sólo dime dónde estás...— su tono de voz comenzó a ser desesperado.

la llamada se colgó y quise llorar más.

—así que no piensas hablar...— sonrió mi padre. —está bien.

silence: háblame | lnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora