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| primera persona.
lando norris.

Gran Bretaña.

14:12

la miré en el asiento de copiloto, sus ojos estaban cerrados, su boca muy ligeramente abierta, ella estaba dormida.

los demás se habían quedado, claro, pero yo insistí con ella para que ya nos fuéramos, ella claramente accedió y habló a solas con erick.

ahora mismo nos encontrábamos yendo a mi casa y todo estaba bien, el mclaren le había gustado y me había gustado eso, fue la primera que se subió y en todo el camino me aguanté las ganas de tocarla si quiera con un roce.

ella se removió cuando estuvimos parados en un semáforo, tocaron mi ventanilla y la bajé sólo tres centímetros.

—lando, ¿con quién vienes, es tu novia?— asentí nada más.— ¿me regalas un autógrafo?

suspiré y tomé el plumón y la hoja donde lo quería.

—¡oh, pero si es rain!— dijo esa persona.

bueno, viéndola mal, era chica, viéndola bien, no tenía una cara bonita y tampoco me interesaba así que sólo le entregué la hoja y subí el vidrio.

arranqué y la miré a mi lado.

¿cuánta gente la conoce y por qué? mi celular comenzó a vibrar y miré el número, un tal desconocido. contesté y lo llevé mi oído.

—sí.— dije.

lando, hijo, ¿cómo estás?— fruncí el ceño.

—señor mirren, —saludé también.— muy bien ahora que lo pregunta.

sí, bueno, me he enterado de que mi hija no está en casa y que tú tienes algo que ver con eso.— dijo con un tono ya no muy amigable.

—pues sí, está en lo correcto. ¿se le ofrece algo? voy manejando.— murmuré.

¿a dónde llevas a mi hija? esto podría ser secuestro.— dijo y sonreí.

—no es secuestro cuando ella vino por voluntad propia y es mi novia, además, no se preocupe. nos vamos a mi casa que está a cuatro horas de la suya.— le respondí.

pues da la vuelta, por favor. ella no puede salir de casa, no puede cuidarse sola, para eso tiene a cara.— dijo casi indignado y fruncí el ceño.

—señor, de la persona que se tiene que cuidar es de cara, y en todo caso de usted.— rain tomó mi mano y la miré con una pequeña sonrisa.

devuélvemela, norris.— ordenó.

—oblígame.— respondí.

terminé la llamada y pude por fin tomar su mano.

le di una pequeña sonrisa y seguí conduciendo.

ella no volvió a dormir, su celular vibró muchas veces en mensajes y la vi contestarlos pero no supe que decían o de quién eran.

silence: háblame | lnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora