silence: háblame | ln

.41.

| primera persona.
rain mirren.

Gran Bretaña.

es lando, yo sé que él está aquí.

entré corriendo al edificio, había mucha gente caminando y eso me hacía ponerme de puntitas para ver si lo podía encontrar.

—rain, si él está aquí, no creo que lo encuentres sentado.— oí decir a charles detrás de mí.

asentí pensando bien.

—entonces debemos subir.— le dije y me dirigí a un elevador.

lo oí suspirar, pero no era un suspiro normal de él.

todo este tiempo que ha estado conmigo, yo le he sacado suspiros de desesperación, de estrés, de enojo, de cansancio... pero este era un diferente, no quería hacerlo, era como si quisiera detenerme pero al no poder hablar, no tenía más que hacer.

fue que me giré y lo miré con el entrecejo casi unido.

—¿qué?— le dije.

mi pregunta había salido un poco brusca y eso lo hizo alzar las cejas.

—¿qué de qué?— atacó.

—¿algo que decir?— achiqué los ojos dando un paso a él.

negó nada más y asentí dándome la vuelta de nuevo para entrar al elevador.

en cuanto las puertas se abrieron me empujó dentro y yo casi caí, me giré y lo vi salir corriendo mientras las puertas se cerraban, no pude evitarlo.

sentí como comenzó a subir y tan sólo pude pensar: lo vió, y evitó que yo lo hiciera también.

piqué el botón para volver pero subió al piso 11, fue entonces cuando comenzó a bajar nuevamente.

mis pies se movían con ansiedad. marqué su número varias veces pero no me contestaba, en dos de las llamadas que le hice me mandaba a buzón directamente y eso me hacía enfurecer más.

—contesta, —le dije al celular como si él estuviera ahí.— charles leclerc, ¡contesta el maldito teléfono!

las puertas volvieron a abrirse y salí disparada, miré a todos lados y decidí irme por el lado al que había salido corriendo, era un pasillo más sólo y más callado, pero eso sólo me hacía reducir la velocidad de mis pasos.

en varias de las salas había un letrero que decía: interrogatorio, en sesión. cosas así.

se oían gritos de algunos mientras que de otros nada, y estoy segura que ya que todos tenían un vidrio el cual daba al interior, no podían verme.

sin embargo, me detuve en uno que llamó mi atención, me puse frente al vidrio y pasé saliva viéndolo.

estaba ahí, solo. miraba la mesa como si fuera lo más interesante que hubiera visto en su vida. mi cuerpo se movió a la puerta y tomé la perilla de la puerta girándola, se abrió al instante.

sus ojos me encontraron pronto, los míos no dejaron de verlo y cerré la puerta detrás de mí, estaba esposado y de alguna manera, atado al piso para que no pudiera moverse.