Capítulo 28. La sangre no es agua

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Sentada en mi trono mientras observo a mi pueblo, en su mayoría monstruos que he creado, algunas ex abejas que decidieron trabajar, y hombres que llegaron de este lado del espejo por andas jugando con el bosque cuando no debían hacerlo.

Construyen una especie de espejo gigante para mi. La magia de Vega es poderosa, pero no invencible, y mi objetivo es entrar a esa casa como sea.

Los dioses siguen a la chica, bueno, algunos de los dioses, y necesito saber por qué. Así que mi objetivo número 1 es hablar con Ita Jasy  quien aparentemente es la Diosa más interesada en Crux.

Volteo a ver la escultura de Carina, el panorama que ve ha cambiado un poco, ya su visual se deleita de una bella construcción, he construido un castillo de obsidiana brillante, fino, con detalles en oro, ópalo, diamantes y a su alrededor le hice un altar de Itakarú, para que ni se le ocurra escaparse.

Una fortaleza blindada contra mis enemigos, y una advertencia para mis aliados.

La obsidiana, negra y brillante evita los ataques, y los debilita  a mi no, porque el 4to me enseñó como protegerme, y básicamente soy la única con poderes en este sitio, gracias a ello. La reina absoluta.

Levanto la cabeza y observo con atención  a Nain quien está construyendo una parte reflejante del espejo. Me levanto, tirando la cola de mi vestido satinado a un costado. Mis tacones resuenan en el piso negro y los presentes voltean a verme, mejor dicho, a adorarme.

—Detente —ordeno a Nain y se aparta de mi camino, subo a la pequeña escalera de cuarzo para llegar a la altura de la construcción—. ¿Por qué muestra esto?

En el pedazo reflejante veo a Josefina, acostada en su cama, con la pierna rota.

—¿Pusiste algún ancla en la casa de Arikú? —pregunto a Nain

—No señora, estoy siguiendo el indicativo que usted me dio, direccionar al Yvaga  para contactar a los dioses.

Volteo a ver a mis súbditos quienes están en silencio.

—Alguien sabe ¿por qué me está mostrando a la Ninfa? ¿Hablaron con Edara? Ella solicitó esto?

—No, reina —dicen en coro.

Algo me hace creerles, a demás, Edara está muy lejos del contacto.

Arrugo mi frente y observo el reflejo, Jose parece angustiada. Estoy segura que no tiene nada que ver con la misión por que ya supe que tuvo éxito. Esa porquería de Sabrina solo está para estorbar, tiene increíbles poderes, pero poco cerebro. Y aunque quisiera destruirla por intervenir en mis planes, la verdad es que me conviene que sea enemiga de Luriel y su bando.

Más ahora que mi deseo está en otra ruta antes que ir por las abejas.

—Bien, sigam construyendo, ya me encargaré de averiguarlo... —digo y bajo de los escalones cuando uno de mis súbditos corre en mi dirección para ofrecerme la mano y ayudarme —¿Qué haces? —pregunto levantando una ceja.

—Intentando ayudarla, reina.

—No la necesito —digo y él levanta la cabeza, sus ojos verdes se iluminan al ver que le sostengo la mirada —. Tienes algo más que decir ¿no es así?

—Tengo una teoría su alteza, la razón por la que ve ese reflejo, pero no quise gritarlo ante tantos. —dice la verdad. Así que acepto su mano y termino de bajar las escaleras.

Me giro para dar la orden de que continúen trabajando  y mis ojos van a Nain quien está masacrando con la morada al joven que está conmigo. Pero si quiere ser mi centro de atención le falta agilidad. La lealtad no basta.

Los Dioses del Panal [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora