Capítulo 1. Locura

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Las explosiones me aturden, el suelo tiembla y el polvo de las paredes destruidas llegan a mis ojos y se inmiscuyen en mi nariz

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Las explosiones me aturden, el suelo tiembla y el polvo de las paredes destruidas llegan a mis ojos y se inmiscuyen en mi nariz.

La desesperación me llega, el aire me falta, y el miedo me toma de rehén cuando veo esas cosas rojas expandirse por los aires.

Aún recuerdo a cada uno de los contrincantes en el escenario, como intenté protegerme a mi y a Danae, pero lo que no sabía era que sobrevivir, solo iba a ser mi condena.

-¡Despierte soldado! -un balde de agua fría me obliga a abrir los ojos de manera abrupta, mi pecho sube y baja mientas veo como a Danae le hacen lo mismo.

-Agente Ross -saluda una mujer de traje y tacones, tras ella entran los mellizos que fueron a ayudarnos en el operativo que debíamos cubrir en La Colmena -. Ya despertó de su siesta.

Obligan a sentarse a los mellizos y los vuelven a altar a sus sillas. Yo alzo la vista a la mujer, tiene el cabello encrespado, la piel morena, y una cicatriz en la altura del ojo derecho.

Me mantengo en silencio, no hay nada que pueda decir y que suene creíble para cualquier persona. Solo los que vimos lo que vimos podremos entender que nos enfrentamos a fuerzas incalculables, imparables.

-Por favor, acompáñame a la sala de interrogación, me gustaría charlar con usted.

Los soldados que ayudan a la mujer me desatan, colocan una esposa y me ponen de pie. Es imposible quejarme, por lo que me obedezco. Salimos en el pasillo, las luces y el blanco extremado de las paredes me encandilan, pero estoy seguro que esto es a propósito, para desorientarme, no sabré yo que he sido por años el lobo en una operación.

Me meten a una sala, con brusquedad me hacen sentar en la silla me quitan las esposas, y dejan delante de mí una botella de agua. Muero de sed, sí, pero no pienso caer en la trampa. Estoy seguro que eso tiene alguna droga.

La agente se sienta delante de mí, pone sobre la mesa su tableta, y arriba arroja una carpeta verde, yo solo miro por arriba y me hago el desinteresado.

—¿Cómo se siente agente Ross? —pregunta la mujer mientras un par de soldados se paran tras ella.

—¿Cuál es la respuesta que espera?

—Una honesta....por supuesto.

—Me siento bien —miento.

—Claro, mire... no me gustan las formalidades, pero el protocolo me obliga a presentarme. Me llamo Claudia Arioha. Y me encargaron este caso, porque los agentes dicen que ustedes quedaron en shock.

>>Cómo sabrá, en estos casos mandan a agentes con un grado de especialización en psicología... y esa soy yo. Pero que quede claro, que soy una persona con poca paciencia.

—Y eso ¿A mi qué?

—¡Oh! Agente Ross. Le debe importar, porque no estoy aquí para ser amable, estoy aquí para obtener información y punto.

Los Dioses del Panal [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora