Capítulo 11. Ojos

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—Odio las putas Nauseas —me quejo mientras miro el agua del grifo correr, lo peor es que no sé cuando las nauseas pasarán a otra cosa.

Cariem recoge mi cabello para sostenerla en una mano y me sostiene cuando una arcada sacude mi cuerpo. Pero no pasa nada.

—Es parte del proceso natural, solo por tres meses —dice algo condescendiente —. Lastimosamente no podemos hacer nada.

—No puede ser que seamos tan ricos en magia y no haya un hechizo para evitar esto... —me quejo.

—No, porque no hay magia más poderosa que el vientre que da vida, y esa magia, no se puede combatir.

—Por los Dioses —digo asqueada—. Eso es tan cliché y empalagoso.

—Al mismo tiempo, es real, no estoy siendo cariñoso. En serio, no hay magia más poderosa que el poder de crear vida. ¿Por qué crees que las brujas y hechiceras dan su útero como parte de pago a loa dioses cuando desean más poder?

No lo había considerado a decir verdad, pensaba que era un simple capricho, jamás hubiese relacionado eso con el pedido de los dioses. A decir verdad nunca le di importancia.

Cuando estuve a punto de hacer mi ritual, solo pensaba en volverme más poderosa. Lo hubiera hecho, hoy no estaría padeciendo esto. Aunque si lo hacía quizás el señor muerte no me iba a conceder deseo alguno e iba a perder mucho.

Llevo mano al vientre y trato de respirar profundo a ver si de esa manera me pasa las nauseas.

El aroma a la sopa de tilapia que hicieron para el almuerzo me sigue invadiendo las fosas nasales y eso me da más asco.

Cariem me pasa un frasco de aceite de menta, abro mi boca con la intención de tomar unas gotas, pero él retira de inmediato el frasco.

—Es para que lo huelas —aclara.

—Tomarlo no es mejor? —pregunto fruncido el ceño.

—No, es abortivo.

—¡Ah! —atino a decir, me siento decepcionada, creo que debo estudiar más ¿Cómo es que no sabía eso?

Huelo la esencia del aceite, respiro profundo una y otra vez y el fresco aroma llega a mis pulmones, limpiando el olor a comida, con ello, la irritación de la boca de mi estómago se calma y las nauseas se hacen leves.

—Gracias a los dioses... —,susurro

—Es todo lo que puedo hacer por ti —dice acomodando un mechón de cabello —¿Quieres algo?

—Sí, salir de este lugar, caminar por el bosque descalza y ser libre...

Él levanta una ceja, ya sé cuál es la respuesta que se forma en sus labios así que me adelanto y me pongo de pie para ir hasta la habitación.

—No te preocupes, se que no puedo hacer eso... que estoy condenada a estar encerrada en esta mansión rodeada de psicópatas, locos y deprimidos...

Inmediatamente me arrepiento de lo que acabo de decir, llevo mi mano a la cara, me siento en la cama y comienzo a llorar, como si el mundo se me acabará de caer de las manos.

—Lo siento... —digo —. No quise decir eso... o sí, no sé que me pasa, lo odio todo, odio a todos... —levanto la vista y miro a Cariem, mis labios tiemblan y finalmente digo lo que de verdad me atormenta—. Yo no quería ser madre, Cariem, no lo quería.

Él se acerca a mi, se pone de rodillas y toma mis manos, mira a mis ojos con esos ojos ámbar brillantes, su piel morena deslumbra y es la primera vez que veo tanta compasión de él para mi.

—Lo sé —habla mirando los nudillos de mi mano—. Sé que esto no es lo que deseabas, que te hubiera encantado ser una bruja como Edara, y que yo no tengo voz ni voto en lo que quieres, o debes hacer.

>>Soy conciente de que la única razón por la que este embarazo no ha terminado es porque tienes un trato con el señor muerte...

—Cariem...

—No te estoy recriminado nada, de verdad. Y a pesar de que odie con todo mi ser al Sr Muerte, debo ser completamente honesto, y sé que es egoísta lo que voy a decir... pero soy el hombre más feliz del mundo, porque siempre desee ser padre.

>>Y como digo, estoy siendo 100% egoísta, al mismo tiempo, quiero que sepas que soy capaz de lo que sea porque lleves un embarazo feliz y prometo que en tu maternidad pienso hacer lo que sea, para que este bebé no sea una carga para ti.

—Yo no quiero que pienses que soy una mala persona Cariem —digo arrepentida —. Lo que dije es cierto, no quería ser madre. Y vaya que estoy odiando el proceso. Pero... ya no me imagino un futuro sin el bebé

Sonrío, mientras me seco las lágrimas, las hormonas son unas hijas de puta, por un momento me hacen miserable y al siguiente soy la más emocionada.

—Y estoy segura que serás un padre excelente... no me da miedo lo que vendrá, porque sé que vamos a copaternar... lo que no soporto, es la idea de hacerme débil con algo más.

—Los hijos no son debilidad...

—Para mi madre lo fue —digo pasándome la mano en los ojos

—A ella la traicionaron de la manera más vil y cruel, fue una guerrera y gracias a lo que hizo con lo que le quedaba, hoy estamos vivos, Thalia.

—Sí... tienes razón, ella nos mantuvo vivos, ahora es momento de que le demos descanso...

Cariem se pone de pie, me pasa una mano para ayudarme a ponerme de pie. Cuando estoy delante de él me lleva hasta su pecho y me da un abrazo fuerte, uno cargado de seguridad y amor, uno que no se parece a esos abrazos que nos dábamos por cumplir nuestros placeres, si no con ganas de acogerme y darme calor.

Besa mi frente, yo lo rodeo con mis brazos y me hundo en su pecho, apreciando su aroma varonil. De verdad dejó que mi cuerpo viva la experiencia única de sentir una calidez lejos de lo carnal.

La puerta de la habitación se abre, él no me suelta, lo hago yo al escuchar la voz de Anastasia.

—A mi también me gustaría uno de esos —dice con la voz arrugada—. Digo, si me invitan.

—Mi bella Ana —digo cuando me acerco a ella y la recojo en mis brazos.

Cariem nos rodea con los suyos y los tres quedamos en silencio por un largo tiempo.

—¿Todavía me quieren? —pregunta ella en medio de los dos.

—¿Cómo vamos a dejar de quererte? —pregunto.

—Yo sé que no se puede —responde —. Pero quería que lo dijeran para que no se me olvide que soy el amor de ambos.

—Lo eres —le dice Cariem—. Pero no viniste por besos y abrazos, verdad?

—Siempre tan perspicaz... no, no vine por eso. Vine porque Edara solicita una reunión general... y Orkias se la cedió.

Los tres nos separamos, nos miramos y sabemos lo que eso implica, es hora de soltar el alma de mamá. Por consiguiente, nos veremos expuestos por algunos días ante los enemigos.

Pero es mejor ahora antes de que la situación se complique.

—Bien —digo—. Hagamos lo que debemos hacer...

Salimos de la habitación, camino a la reunión, una sensación de vacío toma a mi estómago, como si algo estuviera pasando por alto, como si una terrible oleada de malas noticias se avecinaran ¿Qué es lo que va a pasar? ¿Por qué de la nada hay tanto que me suena a peligro?

Siento sobre mi nuca en par de ojos... ¿pero de quienes son?

Este espacio es seguro, no hay entes ni maldiciones, ¿Quién mierda observa a la bruja auris?

Los Dioses del Panal [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora