Capítulo 26. Explosión

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Luego de escuchar todas las indicaciones de Luriel, nos tocó escuchar el sermón de Orkias y Mortel. ¿En serio creen que somos novatos?

En fin, al salir de la mansión y al aparecer en los bosques de Itapua, cerca de la isla del indio dormido, comenzamos nuestra expedición. Al ser una de Cacería y asalto, no trajimos nada para acampar, aquí vamos a la acción y punto.

-Te ayudo -me dice Gus pasándome su mano para que baje de una altura en la que estoy.

Acepto gustosa, le paso mi mano, y me ayuda, en realidad me toma de la cintura y me baja, debo admitir que el acto algo empalagoso, no me resultó así, al contrario, me gusta que me trate así, que me cuide.

Frente a la expedición van Juanjo y Yara, les sigue Gerardo quien tiene una especie de hacha en la espalda, luego vamos Gus y yo.

Él no pierde el tiempo de tener contacto físico conmigo y a decir verdad me encanta. Me dejo llevar y le dejo seguir, porque esto es nuevo, bonito y acogedor.

-Aquí -indica Yara y nos detenemos-. Esa marca la dejo Mire-Apunta a una cortadura en en árbol de mango-. Esperemos a que nos envíe una señal para ejecutar el asalto, les recomiendo beber agua, y sentarse un rato.

-¿Estás segura, Yara? -pregunta Juanjo-. Debemos detenernos?

-¿En cuantas misiones haz trabajado Rompe huesos? -pregunta la chica mientas se pone en cuclillas y acomoda unas navajas-. No demérito tu trabajo, ni tus poderes, pero yo he estado en campo de batalla más veces que tu, y conozco muy bien esto. Si Mirena me deja una señal, la respeto.

Juanjo aprieta la mandíbula, pero termina aceptando, va hasta el árbol marcado y lo acaricia.

-¿Quieren agua? -pregunta Gerardo.

-No gracias -digo-. Prefiero no beber nada de liquido antes de pelear.

-Haces bien -me dice Yara.

-Yo muero de sed -anuncia Gerardo y se sienta.

Yara le pasa el recipiente en el que tienen agua y él bebe.

Juanjo ahora toma asiento bajo el árbol. Se seca el sudor de la frente, y levanta la mirada, justo coincidimos pero no aguanto ni un segundo, también me siento en el suelo, y Gustavo a mi lado.

Él se acerca a mi oído cuando estamos uno a lado del otro y me susurra:

-Quiero besarte...

De inmediato lo miro y sonrío. No se que decirle, es decir, también quiero, pero ¿Estás bien hacerlo aquí y ahora?

Vuelve a acercase y dice;

-Cuando volvamos no te pienso soltar, te voy a besar todo lo que no puedo ahora.

De forma involuntaria una sonrisa llega a ni rostros, quedamos viéndonos fijo por un buen rato, finalmente me toma de la mano y acaricia mis nudillos con suavidad. Nunca antes había notado esa mirada de admiración, esas ganas que me tiene y me encanta saber que así de increíble es el cariño que me tiene. Es como si no tuviese dudas o incertidumbre, algo me dice que él está ahí, para mi.

-Oigan, tórtolos -llama Gerardo y ambos volteamos-. Yara les habla.

Buscamos a Yara con la mirada, está un poco alejada, sus manos está en su cintura y se la ve decidida.

-Préstame a tu novio -me dice-. Quiero que tire una flecha por mi y pónganse en posición de pelea. Ya tengo el OK de Mirena.

-¿Mi novio? -susurro y miro a Gus

-Sí no quieres que sea tu novio lo entiendo...

-No, no es eso... es que... va, hablamos luego, ve con Yara.

Me da un beso fugaz y se va con la chica corriendo. Lo observo alejarse y si hay un lindo sentimiento al pensar que soy su novia.

Gerardo se pone de pie, se estira y dice:

-Voy a armar el cañón de energía que me pidió Yara ¿podrían hacer una especie de escudo de al menos 15 metros para tener una zona segura?

-Sí -me pongo de pie-. Yo me encargo y de paso llamo a espiritus para iniciar nuestra red de comunicación.

-Perfecto! Gracias Ninfa.

-De nada -digo orgullosa.

Camino en dirección a donde yo creo que debe empezar el escudo y Juanjo me sigue, solo intento pensar en la misión, y como voy a iniciar mis redes de apoyo, cuando la voz de Juanjo me perfora la cabeza.

-¿Estás saliendo con Gus? -pregunta

-¿Por? -pregunto sin voltear

-Solo pregunto... -guarda silencio por un buen rato - ¿No lo estas usando para olvidarte de mi? ¿Verdad?

-¡¿Qué?! -pregunto indignada y volteado hacia él -. ¿Escuchaste como tu ego te delata la estupidez? Eres un idiota Juanjo, y no es asunto tuyo.

-Gustavo es mi amigo, y no quiero que lo lastimes.

-Vete a la puta, no tengo nada, en absoluto que explicarte a ti, si salgo con Gus, es porque quiero.

Camino y las hojas crujen bajo mis pisadas furiosas, cuando escucho que él acelera sus pasos tras de mí, me detiene y estira hacia él. Por un momento me dejó llevar hasta que intenta besarme, pero lo empujo.

-¡Aléjate! -ordeno con rabia, fuerte y claro.

-Sólo quería asegurarme...

-¿Qué te crees? O sea, piensas que necesito pasar un test para estar con Gustavo?

-No... es sólo que...

-¡Sólo què...! Esa es tu respuesta, una excusa más, una tapadera a tu comportamiento de machito insuperable. ¿Crees que me muero por ti? Sí, lo hice, juro que lo hacía.

>>Tanto que soñaba que saltaban de la cama de Cenit a la mía, pero ya es tarde Juanjo... ya es tarde.

Él solo guarda silencio, sus mejillas están rojas y una especie de mancha, como tinta roja toma su cuello. Quisiera ir y darle una bofetada, pero me dedico a tranquilizarme

¿Qué era lo que que tenía que hacer? Maldita sea, hasta eso olvidé.

-Lo siento, Josefina... en verdad siento haber sido un idiota.

-Más vale que lo sientas...

Volteo para seguir mi camino, mientras recuerdo que estoy en medio de una importante misión.

-Te quiero... -dice, y por impulso cierro mis ojos de la rabia.

-¡Cállate!

-No, debo decirte esto ahora, porque ya te perdí y porque luego no podré mirar a Gustavo. Te quiero Josefina, y luche con todas mis fuerzas para olvidarte...

-Hijo de puta... -las palabras me salen con enojo y rabia.

-Lo estoy intentando... te prometo que lo intento.

-¡Acostándote con todas las del campamento! ¡Claro! Muy maduro.

-Sé que fueron decisiones estúpidas...

-No me pidas comprensión... mejor, cállate.

-Lo haré... pero quería que lo sepas. Aunque me alegra saber que estas con Gus porque quieres. Y no por borrarme.

Lo ignoro, se a donde va la cosa. Pero no me va a manipular ni volver loca. Ahora debo olvidarlo... y no permitir que su "Te quiero" me taladre el cerebro.

Una explosión nos sobre salta y hace que miremos a la misma dirección.

-¡Mierda! -decimos al mismo tiempo.

-Será mejor que dejemos esto, mejor vayamos a apoyar -dice e invoca su arma.

Yo solo asiento, y ahora vamos corriendo en dirección a los estruendo. ¡Maldita sea! Espero que los familiares de Vega estén bien, y que Gistavo también lo esté.

Los Dioses del Panal [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora