Capítulo 33. Enemigos y aliados

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—¿Estás bien? —pregunto a Irama quien ingresa a la alcoba con rapidez. Va directo al cuarto de baño.

Está pálida y al escuchar que termina vomitando confirmo de que no está bien.

Voy hasta el cajón de mi mesita de Luz y tomo una pequeña pasión que tengo para cuando me siento mal. La vierto en un vaso qué tengo sobre la mesita de Luz y luego voy a tocar la puerta del baño.

Irama no me responde, solo escucho el agua derramarse y a grandes cantidades.

—Irama... —ya me estoy preocupado, no es normal que ella enferme—. Necesitas que haga algo?

—No... —responde apenas.

Espero con paciencia, de nuevo la oigo vomitar, el agua se derrama de nuevo. Esto pasa quizás unas 3 veces más, la verdad es que me gana la preocupación, quisiera entrar, pero conozco tan bien a Irama que se a la perfección que si lo hago me voy a meter en serios problemas.

Al parecer ya terminó porque ahora escucho que se cepilla los dientes.

Sigo aguardando hasta que pasan quizás unos 15 minutos. La puerta se abre, y solo me queda ofrecerle la pócima qué tengo lista.

—¿Qué es? —pregunta en lo que toma el vaso.

—Es para que te sientas mejor... tiene menta, jengibre, boldo y jaguarete ka'a... te aseguro que 100% efectiva.

—Y 100% asquerosa —dice luego de haberla bebido de golpe —¡Dios! Tú preparaste e intencionaste esto?

—No, me los prepara Cariem, yo no soy bueno con magia de pócimas sabes que yo soy de invocaciones, batallas y esas cosas.

—Pues a Cariem le falta aprender a disimular sabores en sus pócimas, aunque quizás lo dejó de propósito así para que sufras.

—¿Se puede hacer eso? —pregunto incrédulo.

—Obvio, cómo crees que tomamos sangre de animales como si nada en una pócima... en verdad, está horrible.

Ella baja el vaso en la mesita de Luz, y camina hacia su bolso, busca algo por un largo segundo, hasta que da con lo que buscaba, es un frasco de vidrio y de él quita como una especie de caramelo, por el aroma asumo que está hecho de clavo de olor.

—¿Qué pasó? —pregunto—. Te cayó algo mal?

—No, tuve un pequeño inconveniente mágico —aclara en lo que se tira en mi cama—. No tengo idea de qué fue exactamente, solo siento mi cuerpo golpeado, estoy mareada y tengo la piel muy sensible.

—Suena a consecuencias de una invasión corporal.

—Sí, pero es imposible, mi sello es efectivo, y los dioses no me visitan desde que decidí no hacer lo que me pedían. Así que...no sé, no sé qué puede ser... y parásitos no son, porque son energías muy bajas, no podrían invadirme.

>>Lo peor es que Luriel dice que no vio ningún cambio en mi mientras hablábamos...

Levanto una ceja. Luriel, el chico mentiroso, mañoso, vengativo y rencoroso capaz de callar un suceso que es grave con tal de hacer lo que le conviene...

—Sé lo que piensas Orkias, pero no, Luriel no me mintió  no sentí la mentira en sus palabras, o si lo hizo, es un excelente manipulador de energías... y hasta donde yo recuerde él no recibió esa formación.

—De Luriel puedes esperar lo que sea, Irama. No lo subestimes. ¿Y qué hacías con el chico?

—Decidí que lo voy a entrenar —confiesa mientras se saca unos accesorios de su ropa y parece ponerse cómoda—. Después de las noticias y el estado en que regreso Josefina, no podemos darnos el lujo de no estar listos. Y Luriel debe prepararse. Los enemigos ya no son pequeños.

Los Dioses del Panal [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora