Salgo de la habitación de Josefina, y lo único que tengo en mi cabeza es ir a enfrentar a Juanjo. Algo en el fondo me susurra qué no lo haga, pero mis entrañas me llevan con la cólera y la rabia.
Llego hasta su habitación, toco un par de veces hasta que él abre. Me ofrece una mirada altanera y me invita a pasar. Yo obedezco, ingreso a la habitación y una vez allí, lo encaro.
—¿A qué estas jugando Juanjo?
—No entiendo la pregunta...
—Sabes muy bien a lo que me refiero ¿Estás intentando fastidiar lo mio con Josefina?
—¿Por qué haría eso? —pregunta en tono de burla.
Respiro, intento mantener mis pensamientos claros, pero en mi cabeza las voces comienzan a susurrar, me adelanto unos pasos y Juanjo cruza sus brazos al darás cuenta que disminuyo la distancia entre ambos.
—No me judas Juanjo, ambos sabemos que deseas a Josefina.
—Jamás te traicionaría Gustavo... pensé que te quedaba claro eso.
—Para mi era un hecho, pero me doy cuenta de cómo la miras. No soy estúpido.
—Mira hermano. Sí, me gusta y mucho, pero no me interpondria entre ustedes, jamás, lo juro... a demás, estoy saliendo con Monica.
—La mentira más grande que acabas de inventar es eso último. Se que tienes tu aventura con Monica, pero no sales con ella. Es más se que le andas haciendo daño por no formalizar.
Juanjo pone los ojos en blanco , pero al segundo apoya una mano sobre mi hombro. Me mira a los ojos y habla.
—Estoy saliendo con Monica, cierto que no formalicé aun, pero es la verdad. No te preocupes por mi, no voy tras Jose.
—Lastima que no te crea Juanjo.
Confieso, en lo que separo su mano de mi hombro y me alistó para retirarme de la habitación. Pero los golpes de alguien llamando a la puerta hacen que Juanjo se adelante, y al abrirla vemos a Luriel ingresar.
Su rostro está pálido, todo él tiembla, parece alterado, desconcertado y agitado.
—¿Qué pasó? —logro preguntar en lo que él apoya sus manos a sus rodillas y comienza a respirar buscando calmarse—. Luriel, ¿qué pasa?
—Vi a Iracema... —dice apenas, esto obliga a que Juanjo y yo nos miremos.
—¿Está aquí? —pregunta Juanjo y él niega.
—¿Cómo la viste? —me acerco a mi amigo en lo que lo ayudo a tomar asiento en la cama de Juanjo.
—No puedo explicarlo, es... muy complicado, pero... ¡Dioses! Esto está muy complicado, chicos, tengo que hacer algo y necesito que ustedes me ayuden.
De nuevo nos miramos con Juanjo. Y la verdad es que a Luriel no le fallariamos ambos sabemos lo que implica esta sociedad y no podemos fallarnos. Mucho menos por celos. Respiro profundo, llevo mis pensamientos al fondo de mi cabeza y afirmo a Luriel.
—Sabes que te vamos a ayudar en lo que sea...
—Así es —completa Juanjo—. Dinos ¿Qué hacemos por ti?
—Alejar a Vega de mi... —las palabras de Luriel suenan confundas, mi boca queda abierta y ahora no sé qué decir o hacer.
—¿Lo dices en serio? —Juanjo está tan incrédulo como yo.
—Sí —responde sin titubear, se toma del brazo y respira profundo —. Necesito alejarme de ella y en lo posible olvidarme de lo que siento por ella.
No sé cómo es que llegamos a este pedido, Luriel está loco por ella. En los años que lo conozco nunca lo había visto así de enganchado.
Con Yara se notaba el capricho, con Iracema la fascinación pero con Vega, se ve que antepone su corazón, que es capaz de morir por ella, y de hacer lo que sea. ¿Cómo se escapa de un sentimiento así?
—En dos semanas me voy —confiesa—. Y ustedes van a quedar aquí a cuidar a los míos, es una orden, pero para que yo pueda hacer lo que tenga que hacer afuera, debo olvidarme de lo que siento por Vega.
—No podemos dejarte ir —Juanjo habla casi enojado
—No les estoy pidiendo permiso, Juanjo, te estoy notificando, lo que tengo que hacer, lo debo hacer solo, y en serio necesito que ustedes cuiden lo que queda de las abejas, que cuiden de mis hermanos y de mi sobrino.
>>No hay nada más, ustedes son los únicos que tienen activo a Pombero, sin ustedes no tengo esperanza, y si no pueden hacer eso... no podré cumplir mi misión.
—¿Qué es lo que tienes que hacer amigo? ¿Por qué debes irte? —pregunto.
—No tienen idea, de la gran batalla que se avecina y la única manera de ganar y cumplir con lo que me pidieron es así. Yéndome... ahora necesito que estas dos semanas me ayuden a alejarme de Vega, que no se acerque a mi, ni yo a ella.
—Me das miedo —digo—. Pero te voy a ayudar.
—No me quedan opciones —dice Juanjo—. Te ayudaré. Pero prométeme que no es por Iracema.
—Sí es por ella —dice mirando a Juanjo —. Pero no por lo que tu crees.
Quiero entender de donde nace esta necesidad de Luriel. ¿Por qué esta tomando estas decisiones? Al mismo tiempo se que a veces es mejor obedecer y dejar que las cosas tomen el curso que deben tomar para que todo salga bien.
Aprieto la mandíbula, y vuelvo a recordar a Josefina y Juanjo, una sensación de pesar recorre mis entrañas, pero tomo una pausa de mis pensamientos intrusivos en dónde le propio un golpe en la nariz a Juanjo y re dirijo mi cabeza al pedido de Luriel.
—¿Cómo hacemos lo de Vega? —pregunto
—Solo no me dejen buscarla... por ejemplo ahora, tengo la tremenda necesidad de ir junto a ella y hablarle... contarle lo que quiero hacer... ¡Ñamandu! Esto está difícil ¿De verdad me puede tanto? Se supone que soy fuerte, qué soy el Cario y mirenme como ando embobado por ella. Soy un fracaso.
—No lo eres amigo. —Recalca Juanjo—. Anda, ve a tomarte una ducha, y luego vemos como te ayudamos en esta misión, pero de que te ayudamos, te ayudamos.
—No puedo ir a ducharme a mi habitación, allí están las cosas de Vega.
—Te presto mi sanitario —Dice—. Anda, ve, y te poner luego alguna ropa mía.
—Gracias... voy a tomar el consejo...
Luriel se pone de pie, le doy una palmada en la espalda en lo que obedece a Juanjo. Cuando él desaparece de nuestra vista, quedo ante mi supuesto amigo, quien ahora me observa de manera crítica.
—No... —me dice—. No voy a esperar nuestro pesar Gus... pero quiero que te quede claro que con José, no hay nada... a no ser que ella me busque. Si ella lo hace... ten por seguro que me voy a dejar caer.
Sonrío, cierto mis ojos y por inercia me rasco la cabeza y termino diciendo:
–Eres un hijo de puta, mal amigo... y rastrero, pero sabes que, acepto el trato, si Josefina te busca, haré de cuenta que seguimos siendo amigos, pero si tu la abordas, juro que te rompo la cara.
Salgo de la habitación, con una mezcla de sentires, no puedo creer que tanta cólera se me haya juntado en el corazón. Pero ahí está, la rabia y el terror. ¿Qué es lo que me está pasando? Maldita sean los celos desmedidos de mi ser.
Al menos he tenido el valor de advertir a Juanjo de frente... aunque admito que soy capaz de atacarlo por atrás si de Josefina se trata.
Mierda... ¿Qué estoy pensando? Odio el odio acumulado de mi ser.
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Los Dioses del Panal [Libro 5]
FantasyLas reglas ya no existen desde que los 7 se dividieron. Los dioses dejaron de ser Neutrales y eligieron bandos. Luriel y todos los que alguna vez fueron de La Colmena se enfrentarán no solo a los mosntruos y enemigos que ahora se quieren aprovechar...