˚. ⚜️˚○◦˚ epilogue ˚◦○˚ ⚜️ .˚

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[Veinte años después.]

Los pasillos del palacio comenzaban a iluminarse con la luz del sol que salía del horizonte para dar inicio a un nuevo día en el reino de Seúl. Los sirvientes comenzaban a alistarse para comenzar su jornada diaria de trabajo, los guardias ya habían hecho el cambio de turno y estaban listos para permanecer en disposición de cualquiera de los cuatro miembros de la familia real.

A pesar de que la festividad de los días anteriores había sido agotadora, todos mantenían el ritmo de siempre, el mismo ritmo que se ha mantenido desde los inicios de la monarquía.

En unas de las habitaciones, una joven de cabellos rubios se removía en la cama, inquieta, cómo si algo perturbará su sueño. Imágenes terribles se desarrollaron en su cabeza y desesperada quería que aquello abandonara su cabeza. Ella seguía dando de vueltas cada vez más agitada, cómo si una maratón estuviese realizando, las sábanas estaban hechas rollo a los costados y algunas almohadas se habían caído de la enorme y suave cama.

— ¡No!

—Buenos días, su alteza.

Las puertas de su habitación se abrieron revelando la imagen de su tutora, una mujer morena de cabellos castaños claros, casi rubios, usaba unas gafas tan delgadas parecía los cristales flotaban frente a sus ojos color miel.

La mujer rápidamente se dirigió hacia el enorme ventanal donde corrió por el tubular las hojillas de la cortina de color azul de Prusia con algunos grabados en todos ligeramente más oscuros. La joven princesa respiraba agitada mientras otras sirvientes recogían las sábanas y las almohadas que yacían en el suelo, la rubia miraba todo de manera diferente, sus oídos parecían ser bloqueados por algo y un sonido agudo la aturdió.

—Su alteza. —la voz de su tutora la sacó de aquel extraño trance, ella negó dos veces antes de sostener su cabeza con la mano. —La reina Kim la espera en su despacho, me comentó que hoy tenían planeado desayunar.

—Algo así, sí. —la joven princesa intentaba recuperarse, hizo un vago intento por mover sus piernas, pero algo la detenía, un sentimiento: miedo.

— ¿Se siente bien, su alteza? —preguntó la tutora acercándose más a la rubia quien comenzaba a sudar frío. —Déjeme tomarle la...

—No, estoy bien, solo fue un mareo. —suspiró la princesa mientras colocaba las plantas de los pies en el suelo. —Necesito ir al baño, solo eso.

—Realmente me preocupa, su alteza. —la mayor observó a la joven rubia colocarse de pie y balancearse ligeramente, la ayudo para caminar en dirección al espacioso baño donde la princesa se bañó y seco.

La tutora simplemente suspiró al ver cómo la princesa era necia igual que su madre, parecían estar cortadas por la misma tijera, pero a su vez eran tan distintas. La joven princesa y su madre no llevaban la mejor relación, a pesar de compartir los mismos gustos, los mismos ideales, las mismas aspiraciones y sueños, había algo que simplemente no encajaba, y no era por parte de la princesa, sino por el tormentoso pasado de la reina.

La morena le entregó un atuendo adecuado para el desayuno que la aguardaba, la joven princesa miraba a su tutora con cierta burla, realmente ella había sido su maestra en todos los sentidos, casi una madre para ella.

— ¿Tengo algo en la cara, su alteza?

—Preocupación, temor, miedo... ¿sigo? —la morena agachó la cabeza sonriendo. —Ya te dije que me digas por mi nombre, no me gusta ese tratamiento de "su alteza", eso no va conmigo.

—Es simple respeto... —la rubia alzó su mirada azulada y la morena pareció ver el rostro de alguien más frente a ella. —Minjeong.

—Cuando me miras de manera me siento tan extraña. —admitió la rubia dándose la vuelta para que la castaña la ayudara a ajustar el atuendo debidamente. —Te desconectas totalmente, HyeJin.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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