Prólogo

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Marcus, dos años antes.

Golpeo el saco con tanta fuerza que siento uno de mis dedos chasquear y el dolor punzante me recorre todo el camino hasta el codo, haciendo que me detenga en seco a causa del dolor.

— ¡Maldita sea! — Me quejo, deshaciendome de los guantes y mirando mi mano herida.

— Ugh, sonó mal ¿Estás bien? — Pregunta Harold, mi hermano, acercandose a mi lado para examinarme mientras que Anthony me lanza una mirada divertida.

— ¿Realmente era necesario desquitarte con el saco? — Pregunta en tono burlón,  entecierro los ojos en su dirección.

— Preferiría desquitarme con tu cara ¿Quieres ofrecerte? — Pregunto,  haciendolo reir.

No voy a negar que he estado excediendome un poco desde que Anna me dejó. El ejercicio físico es lo único que me ha mantenido lejos del alcohol y de las grogas, hace una semana había estado a punto de recaer, pero tengo un hermano metiche, así que el gran y poderoso Rey Harold Hadir habia traido su culo real a Nueva York para evitar que cometiera una locura.

— Venga, suficiente por hoy — Dice mi hermano palmeando mi espalda, siempre con expresión calmada y esa estupida sonrisa de felicidad, que me hace querer arrancarsela de un golpe.

No lo voy a negar, estoy hecho una mierda, pero la constante atención de todos me hace sentir especialmente inquieto, es como si creyeran que soy una jodida bomba de tiempo.

— De verdad, no entiendo como pueden entrenar tan seguido — Se queja Anthony dejandose caer en una de las sillas de masaje. Estamos en casa de papá, el gimnasio personal del hombre se habia convertido en nuestro punto de reunión una vez a la semana. Originalmente había sido construido para ser el espacio personal del viejo, pero mamá entrena boxeo, y con el tiempo Matt y yo nos unimos.

Incluso Max había comenzado a frecuentar el lugar, luego de todo el asunto mediatico del asesinato de Tiffany, la desaparición de Richard...bueno, mi hermanita estaba intentando sobrellevar las. cosas a su manera, incluso si aún no volvía a ser completamente la misma dulce y divertida Max de siempre. Al menos habia extendido la bandera de la paz.

Todos parecian estar mejorando.

Menos yo.

Anna me dejó hace unos meses, y yo había pasado por todas las etapas del duelo...más o menos, mi psiquiatra dice que estoy cursando con "la ira"  Lo que es una mierda porque solo es la segunda etapa.

— Tu podrías, si aceptaras trabajar de nuevo para mi — Digo en cambio,  Anthony pone los ojos en blanco, porque no solo sabe que tipo de trabajo es, sino porque en parte se niega a espiar a Anna por mi.

Era un buen amigo sin embargo.

Fue él quien llamó a Harold, incluso si se negaba a admitirlo, también había sido él quien había encontrado la droga que robé del cargamento que encontramos en uno de los hangares de Bruno.

Resulta que lo que sea que Allison me había estado inyectando era más potente de lo que pensaba. Pero llevo dos meses limpio...solo tenía que evitar recaer.

Cualdo llegue a la etapa de la depresión va a ser malditamente divertido de resistir. Pienso mientras dejo que Harold revise mi muñeca y ponga un vendaje.

Probablemente esté rota, pero no me importa demasiado.

— ¿Iras con Anna mañana por la noche? — Pregunto en dirección a Anthony,  que está usando su teléfono, el hombre carraspea antes de centrar su atención en mi

— Sí...¿Por qué? — Pregunta frunciendo el ceño.

— Solo...curiosidad — Murmuro, aún sintiendome rechazado.

Maldito Corazón  - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora