12. Marcus

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— Arg, papá por Dios — Me quejo, cerrando los ojos y dando media vuelta, cerrando la puerta detrás de mi.

Es impresionante como a su edad sigue siendo sexualmente activo. Y asqueroso, como su hijo, realmente no disfruto de ver su trasero peludo mientras hace cosas con mamá. Y Dios, no podré mirar a mamá a los ojos, me estremezco ante la imagen con la que me había encontrado.

Había visto más de ambos de lo que me gustaría.

Tardan diez minutos en abrir la puerta de nuevo, fingiendo inocencia,  aunque mamá está roja como un tomate y pretende estat concentrada en su libro.

— Te besaría, pero luego de ver donde pones la boca, realmente no tengo ganas — Me mofo en su dirección,  consiguiendo que papá se ahogue con su té y me de una mirada molesta.

— ¡Marcus! — Se queja mamá, enrojeciendo aún más, divertido por su reacción,  beso su mejilla mientras ella me golpea con su libro en la espalda.

— La próxima vez por favor no me digas que puedo venir si estás...ocupado — Pido a papá, que pone los ojos en blanco y me mira expectante, luego de mi reacción de la noche anterior habia venido a su habitación a disculparme,  habia llamado antes, esperando evitar esta escena.

Pero mis padres no parecían poder mantener sus manos lejos del otro.

Supongo que ahora los entiendo, yo no podía dejar de pensar en Anna y en tenerla cerca,  su cuerpo y sus caricias eran jodidamente adictivos.

Papá asiente, lanzando una mirada a mamá y puedo ver la pregunta en sus ojo ¿Quieres que ella lo sepa?

Tomo una respiración profunda y como siempre, mamá nota mi humor.

— ¿Qué pasa, cielo? ¿Todo bien con Anna? — Pregunta  acariciando mi espalda y tirando de mi en dirección a una de las butacas de la habitación.

Tomo una respiración profunda, tal vez debi pedirle a Anna que me acompañara, porque estoy comenzando a arrepentirme de mi confesión.

— Mamá, es...tengo algo que confesarte — Digo tomando sus manos, acariciando las pequeñas cicatrices que ahora las marcaban. Ella me mira con preocupación.

— Lo que sea, hijo, estamos aquí para ti — Dice con cariño.

Así que confieso, confieso de mi adicción y confieso como inició, les cuento con detalles mis momentos más oscuros, sintiendo el peso en mi pecho levantarse un poco más con cada palabra. Mamá lleva una mano a su pecho y llora silenciosamente.

— Gracias por confiar en nosotros, hijo — Dice mamá luciendo seria ahora, se ha limpiado sus lagrimas con cuidado y toma mis manos entre las suyas, besandolas una y otra vez antes de sonreir mirandome con cariño — Estoy orgullosa de ti por ser valiente y contarnos, te vamos a ayudar ¿está bien? Para eso está la familia.

Papá asiente, luciendo afectado,  se acerca y pone una mano en mi nuca

— Te amo hijo, pase lo que pase, estamos aquí para ti, ya lo sabes.

Abrazo a mis padres, sintiendome de nuevo como un niño pequeño, incluso si Natasha no es mi madre biológica,  la amo como tal y sé que me considera cono suyo.

— Gracias por escucharme — Digo sinceramente  — Mi terapeuta va a flipar cuando sepa que finalmente lo confesé — Me quejo, rascando mi nuca, porque realmente he estado luchando con esta parte de la terapia.

Construir una red de apoyo.

— Siempre te voy a escuchar — Asegura maná pellizcando mi mejilla — No te tuve en mi vientre, pero es mi bebé.

Maldito Corazón  - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora