30. Marcus

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Pensé que papá estaba tomandome el pelo. Ya saben, uno de sus comentarios ridiculos por lo obsesionado que está con mamá (Que sinceramente,  comienzo a entender ahora que yo mismo tengo una mujer a la que amar de verdad)  pero mientras observo a Anna salir de la ducha,  su ceño fruncido ligeramente mientras se aplica su crema religiosamente...comienzo a tragar con fuerza.

El embarazo marcha bien, más que bien a decir verdad,  durante los ultimos dos meses y medio he conseguido establecer una rutina con ella, y luego del primer trimestre realmente habia conseguido relajarme, su vientre ha comenzado a notarse y malditamente me encanta,  es redondo, suave y jodidamente sexy. Mi yo de quince años estaría horrorizado de ver que pienso en lo mucho que quiero jugar con las tetas de una embarazada. Pero solo soy un pobre pecador.

Y mi prometida luce como una jodida diosa de la fertilidad, está usando un sostén nuevo y con encaje, sus pechos se veian llenos y pesados, y habia algo en saber que yo había puesto a mis hijos en su vientre que definitivamente  conseguía hacerme sentir como un jodido adolescente viendo a una mujer desnuda por primera vez.

Está solo en ropa interior y una bata de seda suave que amo ver atada justo sobre su vientre, porque este comienza a sobresalir.

Ella me lanza una mirada mortal sin embargo.

— Ni se te ocurra — Se queja,  arrugando la nariz y aplicandose crema en el vientre y negando.

— ¿Qué? — Pregunto, algo molesto por el rápido rechazo.

Porque sí, la mujer no soporta tenerme cerca desde hace una semana, es como si mi mera presencia la irritara, antes de ir a la cama, habiamos discutido porque al parecer apesto después de hacer ejercicio y mi sudor estropeó su cabello.

Ella me da una mirada de disgusto

— Lo que sea que estás pensando, puedo verlo en tus ojos — Asegura, dejando la crema sobre el tocador y acercandose a la cama, dejo escapar un suspiro, porque su andar la hace ver incluso más guapa, y el embarazo para haber puesto una especie de halo brillante a su alrededor, así que si...definitivamente parece una diosa  de la fertilidad y eso me pone duro como la mierda.

— No estoy pensando nada malo — Miento, observando la forma en que se inclina para recostarse, sus pechos cayendo hacia adelante de forma exquisita.

— De verdad, Marcus, prácticamente puedo leer tus pensamientos — Se queja, arrojando una almohada entre ambos, y luego otra, porque en sus propias palabras,  mi olor corporal le da nauseas.

Intento no sentirme herido al respecto, mamá dijo que era algo temporal,  las hormonas haciendo de  las suyas. Pero mierda, duele ser rechazado.

Tomo una respiración profunda, las ultimas semanas han sido estresantes, en el trabajo, en casa, y comienzo a sentirme...tenso.  Me incorporo, molesto y necesitando distanciarme de su precioso trasero embarazado y su actitud, porque estoy por volverme loco.

Tomo una almohada y  mi manta, porque incluso estar cerca de mi aroma parece hacerla rabiar, así que  sin decir una palabra, y consciente de que me esperaría una discusión por esto...me alejo, porque realmente no puedo tratar con ella como me gustaría...Dios, quiero azotar su culo por su actitud y follar algo de respeto en ella. Pero no solo no quiere mi toque, sino que la última vez que lo intentamos, la había hecho llorar y mierda, realmente no puedo afrontar algo como eso.

Incluso si el dominante en mi sabe que la mujer necesita un par de buenos azotes.

— ¿A donde vas? — Pregunta, sonando indignada.

— A otro lado — Me quejo, tomando una respiración profunda — ¿O eso te molesta también? — Pregunto mirandola,  y mierda,  mi pregunta es genuina, Dios sabe que me dispararía a mi mismo si ella lo pide, pero la situación comienza a superarme.

Maldito Corazón  - A Hoffman StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora