-Ryan-

¿Qué se cree? No soy un gatito asustado, simplemente no quiero hablar con ella en mi tiempo libre. En fin, una niñata más en el colegio, no es para tanto.

Mi padre me ha mandado un mensaje diciéndome que hoy cenamos en casa de una compañera de trabajo.

Ryan, hoy vamos a cenar a casa de una
compañera mía del trabajo. A las 20:30
salimos de casa hacia allá.

                                                                                                                                                 ¿No me puedo quedar a cenar en casa yo solo?

No, Ryan, no es discutible. Te vienes conmigo.
Además, su hija va a cenar también con nosotros,
y así podéis haceros amigos.

                                                                                                                                                                                                              Vale, papá.

                                                                                                                                                                                                              Visto ✅✅

Pensándolo bien, no tengo nada que perder, conoceré a una chica nueva.

Llevo un rato en mi habitación leyendo mientras escucho música. Miro la hora y... ¡OSTRAS, QUÉ TARDE! Son las 20:16, tengo 14 minutos para salir de casa con mi padre. Corro hacia mi armario y escojo lo primero que veo: un pantalón vaquero negro y una camiseta también negra de Armani. Voy rápidamente al baño, me peino y me echo colonia.

—Hijo, ¿estás listo? -me pregunta mi padre desde el salón.

—Sí, voy -grito desde mi habitación.

Cojo mi móvil de mi mesita de noche y voy a paso rápido hasta donde está mi padre. Ya son las 20:31, así que debemos salir ya de casa.

—Venga, hijo, vamos -dice mi padre.

—Vale -respondo-. Pero oye, ¿quién es esa compañera de trabajo a la que vamos?

—Una nueva que empezó hace dos días -dice-. La he estado ayudando, ya que ese es mi deber, y me quiere agradecer con una cena. Es una chica muy maja y guapa, se parece a tu madre.

¿A mamá? Cómo la echo de menos. Murió cuando yo tenía 10 años, ella era lo mejor que me había pasado en la vida. Y el cáncer me la quitó de los brazos. No puede haber ninguna que se parezca a ella, era única. Es imposible.

—No me gusta que hables de mamá, ya sabes que la echo mucho de menos y me duele acordarme de ella -digo.

—Lo siento, hijo. Bueno, espero que te caigan bien ella y su hija también, claro -expone.

Asiento y, mientras andamos hacia la casa, ya que mi padre ha dicho que está cerca, me quedo pensando todo el camino en mi madre. Cuando llegamos a la casa, que por cierto, está en la misma urbanización que la mía, mi padre toca al timbre y una señora, que la verdad, tiene razón, tiene algunos rasgos que tenía mi madre. Mi padre la saluda y yo hago lo mismo. Cuando ella se aparta para que podamos entrar, veo a... NO. PUEDE. SER.
Emily está sentada en unas escaleras que dan a la entrada, mirándome muy sorprendida.

                                                       -Emily-

—¿Qué hora es? -pregunto.

—Espera, que miro -dice Josh, sacando el móvil del bolsillo de su pantalón-. Las 19:48.

—¡Ostras, es súper tarde! Me tengo que ir ya, chicos -digo.

—¿Ya? Pero si es súper pronto, pensaba que cenábamos juntos -dice Mar.

—Ojalá. Mi madre me ha dicho que un compañero de su trabajo va a venir a casa a cenar. No sé por qué tengo que ir, si no pinto nada -declaro.

—Jo, tía, vaya rollo. Bueno, pásatelo bien -dice Betty-. ¿Mañana por la tarde queréis veniros a mi casa? -propone.

—¿Mañana? ¿No tenemos instituto? -pregunto.

—Tía, mañana es sábado -me dice Mar riéndose.

—¡Ostras, es verdad! -me río.

Les digo que estaría encantada de quedar mañana y me despido de ellos. Hago camino hacia mi casa, que no está muy lejos, pero quiero llegar antes de la hora que mi madre me dijo para darme una rápida ducha.

Cuando llego a casa, le pregunto a mi madre qué ha preparado para cenar y me responde con un:

—Vamos a cenar pescadito con patatas asadas.

No me encanta el pescado, menos si tiene espinas, me da pánico atragantarme con una. Aunque el sabor está bueno, más si le pongo ketchup. Amo el ketchup, se lo pongo a todo.

Como he dicho anteriormente, me voy a la ducha. Elijo un outfit cómodo y sencillo para la cena, ya que no voy a ir en pijama cuando hay un invitado. Me ducho y, cuando termino, me cambio y me hago la skincare. Voy a la cocina para ver si mi madre necesita ayuda, pero no, ya ha preparado la mesa. Me parece raro porque no hay tres platos, hay cuatro.

—Mamá, te has equivocado, has puesto cuatro platos. ¿O es que su mujer también viene? -pregunto.

—No, cariño, no me he equivocado. Es que va a venir su hijo a cenar también.

—Eso no me lo habías dicho.

—Y tiene solo un año más que tú. A lo mejor podéis haceros amigos.

—Mamá, no tengo ganas de socializar. Yo pensaba que, como solo venía tu compañero, podría cenar y luego irme a mi habitación a leer -digo molesta.

—Puedes hacerlo, pero podéis ir los dos. Su padre me ha contado que a él también le gusta mucho leer -comenta emocionada.

Doy un suspiro y subo a mi habitación, y me quedo un rato viendo TikTok.
No tardan mucho más, porque escucho el timbre.

—¡Emily, ven a dar la bienvenida! -grita mi madre desde la entrada.

Bajo rápidamente las escaleras y me siento en el último escalón. Mi madre abre la puerta y veo a un señor bastante atractivo, de pelo marrón y ojos del mismo color, dándole dos besos a mi madre. Luego el señor se aparta y escucho una voz familiar, que no me gusta nada.

—Hola, señora Brown -dice esa voz.

Mi madre se hace a un lado para que estos dos puedan entrar, y cuando estoy a punto de levantarme, veo a una persona que no quería ver. 
Ryan.

¿Me odias o me besas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora