-Ryan-

Ya estoy en casa, menos mal. Lo he pasado fatal, pensaba que Emily lo iba a contar y yo iba a quedar como el malo. Pero no lo ha hecho, y me alegro.
Ya me he preparado para ir a la cama, cuando oigo que alguien toca a mi puerta. Es mi padre, no hay nadie más.

—Pasa —digo.

Mi padre abre la puerta, se acerca a mí, se sienta al borde de la cama y empieza a hablar.

—Ryan, te quiero contar una cosa. No te asustes, no es nada malo —dice mi padre. Dios, ¿qué me va a decir ahora? Qué miedo—. Es que tienen algunos problemas con el dinero, y yo he decidido echarles una mano. Soph ha dicho que vayamos todos o casi todos los días a cenar o comer a su casa. Así que vamos a estar por su casa bastantes veces, y te pido por favor que intentes hablar con Emily. O no sé, si la ves en el colegio al menos sé majo con ella o algo, porque si vamos a estar yendo a su casa casi todos los días, no quiero que estéis incómodos.

—Pero no entiendo, esto es muy extraño. Tú nunca has ayudado a alguien que conociste hace dos días con el dinero, y encima nosotros no somos millonarios.- digo.- Y otra cosa, ¿por qué nos invita a comer a su casa? Si nosotros tenemos comida y manos —respondo molesto.

—Vas a hacer lo que yo te diga, que para eso soy tu padre —me grita.

—Ojalá mamá estuviera aquí para ver cómo has cambiado desde que murió. No eres el mismo, me gritas siempre sin haber hecho nada. Y ahora también, de repente te gusta una tía nueva del trabajo —digo—. Y no me digas que no porque se te nota. Yo pensaba que no ibas a cambiar aunque ella se haya ido.

—Ryan, ya hemos hablado de esto muchas veces y no voy a repetirme —responde porque no tiene nada más que decir—. Y dos cositas: uno, no me gusta nadie; y dos, no metas a tu madre en nuestras conversaciones. Como has dicho, ella ya no está con nosotros, solo somos tú y yo, así que aquí mando yo.

—Buenas noches —digo secamente y me doy la vuelta.

—Buenas noches —responde. Se levanta de mi cama y sale de la habitación, cerrando la puerta con un fuerte golpe.

Me da igual que se haya cabreado, el cabreado aquí debo ser yo. No le he dicho nada malo y encima me miente. Se piensa que soy tonto, pues no, no lo soy, papá.

🪷

Llevo todo el día estudiando en casa. El maldito profesor de matemáticas nos ha querido poner un examen el tercer día de instituto después de todas las vacaciones de verano. Le odio. No soy muy bueno en matemáticas. Controlo sumar, restar y poco más. Es broma, también sé multiplicar y dividir, algo es algo. Nunca he suspendido, pero no porque sea súper inteligente, es que me copio. Nunca me han pillado, tengo mucha suerte, porque si alguien copia siempre les pillan. En matemáticas no es tan fácil copiar, porque tengo que copiar del de al lado, o sea, de uno que se llama Cameron. Él es bueno en todas las asignaturas, así que suelo copiarme de él.

Ya me he aburrido de las matemáticas, así que planeo ponerme el bañador y salir a la piscina. Preparo una bolsa con todo lo que necesito, me pillo una manzana de la cocina y salgo de casa. Dudo que me la encuentre, son las 15:26, estará comiendo o lo que sea. En verdad me da igual lo que esté haciendo ahora mismo. Yo solo quiero tomar el sol y leer en la tumbona mientras me como mi manzana verde y bebo café de mi cantimplora.

Cuando llego, doy un suspiro de alivio al ver que no hay nadie. Toda la piscina para mí, como siempre. Me quito la camiseta y de un salto me tiro al agua. Me quedo un rato hasta que me aburro y salgo a leer. Estoy leyendo "El príncipe cruel". Me está gustando mucho, aunque es bastante introductorio, ya que es el principio de una trilogía de fantasía. Me gusta mucho el personaje de Cardan, bueno, Jude también me gusta bastante. Me gusta mucho leer escuchando música, así que como no hay nadie en la piscina, cojo mi móvil y abro Spotify. Busco en mi biblioteca y pongo mi playlist de Taylor Swift. Es mi cantante favorita, es simplemente la mejor, tiene diferentes estilos de música y también una canción para cada mood.

Cuando le doy al play, la primera canción que suena es "Getaway Car". Me encanta esa canción, bueno, en verdad todas, pero especialmente ese álbum, "Reputation", es mi favorito.

Me quedo leyendo casi dos horas, el tiempo pasa volando, y he avanzado más con el libro. Cada vez me está gustando más. En estas dos horas he leído de la página 137 hasta la 303. Leo bastante rápido, bueno, eso creo yo. Ahora está sonando "All Too Well", mi canción favoritísima, la amo. Sigo leyendo hasta que un ruido me asusta. Es la puerta de la piscina, no le doy importancia porque debe ser alguien que va a entrar. Bajo un poco el volumen para no molestar a quien quiera que esté entrando en este instante. Miro hacia la puerta y... ¿otra vez? Siempre igual, la maldita Emily y yo nos encontramos en todas partes, parece que estamos destinados a vernos. NO. Ryan, ¿qué tonterías dices? En fin, cosas mías. No le doy importancia, porque prefiero centrarme en el libro en vez de pensar que está ahí mirándome. Porque sí, sé que me está mirando fijamente desde la tumbona en la cual se ha sentado, noto su mirada en mi espalda.

—¿Te está gustando? —escucho que me dicen detrás de mí.

Me giro y veo a Emily. ¿Por qué ella me iba a preguntar si me estaba gustando el libro que estaba leyendo? Me quedo mirándola, asimilando que me acaba de hablar, cuando ella sigue:

—Es que yo ya he leído la trilogía entera y me ha encantado, amo a Cardan —dice como si nada—. Ah, y también me gusta Taylor Swift, tienes muy buen gusto.

—Eh, sí, sí que me está gustando —respondo—. ¿Y por qué te interesa? —pregunto.

—Ah, pues no sé, simplemente te quería preguntar —dice.

—Pues vale, no sé por qué me vas de buenas ahora, chiquilla —digo.

—A ver, mongolo, no sé si estás ciego o algo, pero si miras detrás de mí, está mi madre observándonos—susurra tan bajo que casi no la escucho—. Solo quiere que te hable para que nos llevemos bien, y como eso no va a pasar, pues finjo —aclara.

—Ah, vale, vale, pues fingamos entonces, porque mi padre también está empeñado en que nos llevemos bien. No sé el porqué, pero esto no me gusta nada —susurro.

—Ya, es muy extraño —dice—. Bueno, pues, ¿trato? —pregunta. Me da la mano para cerrarlo.

—Trato, pero eh, rubia, solo frente a nuestros padres. En el insti ya sabes lo que te espera —aclaro.

Le devuelvo la mano, la movemos hacia arriba y abajo y nos soltamos. Antes de irse, pone los ojos en blanco y se va en dirección a donde está su madre observándonos fijamente. Odio el empeño que tiene mi padre, y al parecer su madre también, en que nos llevemos bien, no lo entiendo.

Ya estoy aburrido, necesito darme una ducha, así que recojo todas mis cosas y me voy a casa.

¿Me odias o me besas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora