No estoy seguro de que nos hayan visto.
Nos estamos mirando los cuatro fijamente, durante segundos que parecen minutos.

—¿Qué estabais haciendo? .- pregunta mi padre después de un buen rato.

—Eh...nada, ¿por qué? .- digo.

—Ah vale, es que estabais muy pegados.- dice Sophia.

—La estaba abrazando, porque estábamos hablando de lo del accidente, y...- digo con la voz entrecortada.

Emily no habla, solo mira fijamente a su madre.

Nuestros padres asienten, no muy seguros de la trola que les acabamos de contar, y suben las escaleras, supongo que para ducharse y cambiarse al pijama.

Miro a Emily, que parece asustada.

—Uf, por poco.- digo.

—Ya, tenemos que llevar cuidado, si nos pillan nos matan.- responde susurrando.

Después de eso nos quedamos un rato hablando, y cuando nos cansamos, nos dirigimos hacia nuestra habitación y nos quedamos un rato leyendo, esta vez, los dos estamos tumbados en la misma cama, pero no para dormir, porque uno va a acabar en el suelo.
El silencio de la noche nos envuelve, solo interrumpido por el susurro de las páginas pasar. Emily y yo leemos en una calma compartida, nuestros cuerpos tocándose suavemente. Cada contacto, por mínimo que sea, es un recordatorio de nuestra conexión secreta.

Después de un rato, Emily deja su libro a un lado y se gira hacia mí. Su mirada es intensa, y siento un nudo en el estómago.

—No sé cuánto tiempo más podremos seguir así —dice en voz baja—. Esto es demasiado arriesgado.

Asiento, comprendiendo su miedo. La posibilidad de ser descubiertos es aterradora, pero la idea de separarnos es aún peor.

—Lo sé —respondo—, pero encontraremos una forma. Siempre lo hacemos.

Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Poco a poco, el sueño empieza a vencernos. Nos acomodamos para dormir, conscientes de que uno de nosotros tendrá que moverse a la otra cama en algún momento de la noche para evitar daños y sospechas.

Antes de que el sueño nos arrastre por completo, Emily susurra:

—Te quiero.

—Y yo a ti —respondo, apretando su mano.

La noche avanza, y aunque el temor a ser descubiertos nunca desaparece del todo, el consuelo de estar juntos nos da la fuerza para seguir adelante.
Después de un rato abrazados, escuchando nuestras respiraciones, cuando veo que Emily ya está dormida, me levanto de su cama y me voy a la mía.
Me gustaría quedarme ahí, con ella, pero es demasiado arriesgado.

🪷

El sol de la mañana siguiente se filtra tras las cortinas. Me despierto lentamente, estirándome, y acordándome de lo de la noche anterior. Miro hacia la cama de al lado, donde Emily aun sigue dormida, su respiración suave y rítmica.

Me levanto y me visto intentando no hacer mucho ruido para no despertarla, porque mientras me estoy cambiando la camiseta, escucho un pequeño susurro:

—Buenos días.- dice una suave voz.

Miro a Emily.

—Buenos días, ¿qué tal has dormido rubia? .- pregunto sonriente.

Me acerco a ella y le doy un suave beso en los labios.

—Muy bien, ¿tú? .- pregunta.

Asiento con la cabeza para afirmar que bien también.

—¿Qué te apetece hacer hoy?.- pregunto.

¿Me odias o me besas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora