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-Ryan-

Ya estamos a lunes, hemos sobrevivido el domingo en casa, ha sido más difícil de lo que me esperaba. Yo quería estar abrazado a Emily todo el rato, pero no podía, porque si lo hacía frente a nuestros padres, iban a sospechar.

Estamos de camino al instituto, vamos cogidos de la mano. En el instituto no vamos a ocultar nada, preferimos que sea público, y me da igual la opinión de los demás. Mis amigos se van a rayar viendo que aun sigo con ella, y que no nos vamos a separar. Pero mi felicidad ante todo. Bueno, y sobre todo la de Emily.

Estamos en la puerta del instituto, veo a mi grupo de amigos y nosotros dos nos acercamos a saludar, todos me miran con una cara que no llego a entender. Terminamos de saludarles y entramos hasta donde las taquillas. En donde Emily se encuentra siempre con su grupo de amigos.

—Entonces, ¿seguís juntos?.- pregunta Betty. Asentimos.- ah, yo pensaba que iba a durar una semana, como con todas.

—No, esto es diferente, ella es diferente.- le digo a Betty mientras miro a Emily con una sonrisa.

Asiente y se pone a hablar con su amiga y los demás. Interrumpo un segundo para preguntarle a Emily a que hora tiene clase de baile y cuando me dice que es a las 17.30, me despido dándole un beso rápido en los labios.

Estoy con mis amigos, y no paran de preguntarme cosas sobre mi relación con Emily. Pero el timbre me salva. Tengo clase de matemáticas, cosa que me da pereza. Son 45 minutos de matemáticas, me voy a pegar un tiro, odio las matemáticas, es la peor asignatura, junto a historia y geología.

Mientras estoy en clase, estoy con el ordenador jugando al brawl stars, no voy a atender en clase, voy a suspender los exámenes, pero me da igual.
Llevo mirando a Emily toda la clase, está dos sillas delante mía. Es tan perfecta, no me creo que una chica así se haya fijado en mí. El malote del instituto.

Por fin han acabado las tres primeras clases de sufrimiento, ahora toca patio. Voy a las taquillas a buscar a Emily, pero no la veo, solo veo a su grupo de amigos, asique no dudo en acercarme y preguntarles por ella:

—¿Habéis visto a Emily?.- pregunto. Todos se giraron a mirarme.

—Nos dijo que iba al baño, pero iba con la cara un poco blanca, parecía un fantasma.- suelta Josh.

—Vale, gracias.- digo y corro hacia el baño femenino.

Siempre que se va al baño es que no está bien (al menos que sea solo para hacer sus necesidades, pero para eso suele ir en mitad de la clase).
Ya estoy aquí, hay muchas chicas en la entrada, no creo que me dejen entrar, porque soy un chico.

—Perdona.- digo para que me abran paso.

Al final si que me dejan, pero me miran raro, asique les digo la razón por la que entro:

—Es que estoy buscando a Emily.- digo.

—Ah.- responde secamente una de las muchas que me han mirado mal.

Finalmente entro y la busco. El baño es muy grande, pero me doy cuenta de en cuál está por los zapatos. Está sentada en el suelo, en el interior del baño.

—Emily, ¿estás bien?.- pregunto preocupado.

—¿Cómo has entrado?, si es el baño de mujeres.- pregunta.

—Te estaba buscando, estoy preocupado.- respondo.- por favor, respóndeme, ¿estás bien?.- vuelvo a preguntar.

—No, no lo estoy, estoy muy mareada, y me duele la cabeza.- dice.- Creo que tengo la tensión baja de nuevo.

—Abre la puerta, vamos a casa.- digo.

—Pero no puedo caminar.- comenta.

—Yo te llevo.- propongo.

No dice nada más, pero veo que se levanta, y al segundo abre la puerta. Está muy blanca, pobrecita mi niña.
Cuando sale la abrazo, la agarro de la mano y la acerco al lavamanos para mojarla un poco la cara, ya que está sudando.

—Estás muy fría.- digo.

—Pues me estoy muriendo de calor.- responde.

Cojo agua con la mano y le doy suave palmaditas en la nuca.
Cuando lo hago, la vuelvo a agarrar de la mano y la saco del baño. Nada más salimos de ahí, la subo en brazos como a una princesa, y antes de irnos me acerco a su taquilla ya que ella me lo ha pedido.

—¿Podemos pasar por mi taquilla?, tengo que coger el libro de inglés.- preguntó.

Asiento y la llevo, la bajo para que coja el libro de inglés, y cuando cierra la taquilla la vuelvo a levantar y la llevo en brazos.
Es una princesa, mi princesa.
Nunca había sido así con nadie, ella me ha hecho cambiar, y se lo agradezco.
Ya he dejado las drogas, pero eso si, sigo fumando.

Salimos del instituto, y la poca gente que hay fuera nos miran con una cara extraña, como si estuviéramos locos o algo.
Emily tiene la cabeza apoyada en mi hombro. Es tan preciosa. La amo demasiado, todo lo que nunca pensé que amaría a alguien.

Estamos a una calle de casa, voy lo más rápido que puedo, pero Emily no es que pese como una pluma.

Mientras cruzamos la carretera, no podía dejar de mirarla. Su rostro pálido, la forma en que sus pestañas rozaban sus mejillas, me tenía embelesado.

De repente, un claxon sonó ensordecedoramente. Levanté la vista justo a tiempo para ver las luces de un coche acercándose a gran velocidad. No tuve tiempo de reaccionar.

El impacto fue instantáneo. Sentí el golpe y luego el suelo bajo mí. El coche frenó bruscamente al chocarse con nosotros.

Aturdido y con dolor en todo el cuerpo, traté de levantarme. Busqué a Emily con desesperación. Estaba a unos pocos metros, inmóvil.

—Emily... —susurré, arrastrándome hacia ella.

Mi vista se nublaba mientras la sirena de una ambulancia se acercaba. ¿Llegarían a tiempo? La escena se desvaneció en un borrón de luces y sonidos mientras perdía la consciencia.

¿Me odias o me besas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora