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-Emily-

Creo que soy de las únicas que prefieren quedarse en casa. Leyendo toda la noche en vez de salir de fiesta. Lo sé, soy un poco rara, pero me encanta. Sobre todo cuando no tengo a un okupa en mi casa.
Hoy, después de ir a ese restaurante, que por cierto, estaba asqueroso, me vine a mi casa mientras todos los demás se iban de fiesta, pero yo paso. Mejor me quedo en casa.

Ya me he duchado, me he hecho la skincare, y he comido algo más de la cocina, porque en el restaurante ese no he comido apenas nada.

Como he dicho antes, voy a quedarme leyendo toda la noche. Voy a intentar acabarme el libro que estoy leyendo, me quedan unas 200 páginas, creo que puedo hacerlo.

Ya se ha hecho tarde, son las 2.24, y por fin, me lo he acabado, me ha encantado, me ha parecido un libro super interesante, es muy largo, pero merece la pena.
Tengo los ojos muy cansados, así que apago la pequeña lamparita que tengo habitacion y me pongo a dormir.

🪷

Estoy en una escuela de baile, estoy apuntándome, después de estar aquí casi un mes, ya me he apuntado a baile. Cuando vivía en Houston hacía baile, y me encantaba, es una forma de parar por unas horas todos mis problemas y centrarme en lo que me gusta de verdad.

—Empezamos el lunes, ¿te viene bien a las 17.00?.- me pregunta mi nueva profesora de baile, que creo que me ha dicho que se llama Andrea. El nombre me recuerda al padre de Ryan.

—Si, perfecto.- respondo.- Muchas gracias, hasta el lunes.

Asiente, sonriente.

Me voy caminando a casa, ya que no tengo coche, me tengo que sacar pronto el carnet, pero el problema es el dinero, mi madre no me puede pagar un coche de más de quince mil dólares. Es mucho dinero, así que voy a esperarme para cuando pueda comprarmelo yo.

Estoy escuchando las bocinas de un coche, están cerca mía, y me empiezan a molestar. Miro hacia atrás y veo un coche negro que está siguiéndome, intento fijarme para ver quien está dentro. Porque alomejor es alguien que conozco que quiere saludarme, o yo que se. Así que intento mirar, pero no veo nada, los cristales son demasiado oscuros.
El coche se pone a mi lado yendo al ritmo que yo voy y baja la ventanilla lentamente.
Veo que en el interior del coche está Ryan, mirándome con una sonrisa traviesa.

—¿Te llevo?.- me pregunta.

—No, adiós.- respondo secamente.

—No seas así, ya se que te caigo mal, pero ya sabe lo que quieren nuestros padres, debemos llevarnos bien, acuérdate del trato.- me dice.

—El trato es frente a ellos, no cuando estemos solos, además, ¿a ti que te importa dejarme ir sola a casa?.- pregunto.

—La verdad que a mi me da igual, no he sido yo el que ha querido venir, estaba en tu casa y tu madre me ha dicho que venga a recogerte, así que hazme el favor de subirte al coche.- dice.

—Si me subo, que sepas que no lo hago porque tu me lo hayas dicho, lo hago porque me da pereza caminar 3 kilómetros hasta casa.- aclaro.

—Que si, tu subete anda.- pone los ojos en blanco, riendo.

Me subo de copiloto y él pisa el acelerador en un movimiento brusco, el cual me hace agarrarme al asiento.

—¿Puedes no pegar acelerones?.- pregunto.

—Mi coche, mis reglas..- dice.

Doy un fuerte suspiro pero no digo nada más-

Me quedo lo que queda de trayecto pensando en lo mucho que me voy a divertir en la escuela de baile, es una de las cosas que más me gusta hacer, y volver es una muy buena decisión.

¿Me odias o me besas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora