• Parte 4

109 36 2
                                    

Le llamaron la atención los detalles que llevaba consigo el día en que la habían dejado en la entrada de la casa de los Allister.

—¿Una nota y un colgante? —Se sorprendió—. ¿Te acuerdas lo que decía? ¿Dónde está ese colgante?

—Solo estaba tu nombre, Autumn y el colgante lo tengo guardado.

—¿Ese es el verdadero? —cuestionó incrédula.

—Sí, nadie te lo ha cambiado, tampoco tu fecha de nacimiento.

—Me alegro, porque me gusta —le expresó con alegría y una sonrisa—, quisiera que algún día me muestres el colgante.

—Te lo traeré en la semana si quieres.

—Sí, por favor —le dijo y enseguida le cambió el tema—. Y con respecto a lo anterior sobre ellas, debes dejar las cosas en el pasado. Tú deberías seguir adelante también. Si quieres mantenerlas, de acuerdo, pero que no te exploten, porque ya conocemos cómo son las dos.

—Sé que lo eres, pero fuiste criada por Heather y por mí, aun cuando veías cosas malas, no las emulaste.

—No quería ser como ellas —dijo con angustia en su voz—, quería de verdad una familia, me enteré de muy fea manera que lo era, lo comencé a sospechar cuando me trataron mal y me lo confirmó abruptamente Summer en un altercado que tuve con tu exesposa.

—Lo supe, a raíz de eso fue cuando días después Colin te sacó de la casa y se casó contigo en secreto.

—Sí —respondió sin vueltas.

—He sido un padre terrible y negligente, me preocupé por tener las acciones y no vi los monstruos que tenía bajo mi techo.

—Ya pasó, deja las cosas atrás. Si quieres que tengamos una relación de padre a hija, te pido que dejes todo en el pasado. Yo quiero tenerla contigo, ¿tú?

—Yo también, perdón, Autumn, por todo —le dijo tomándole la mano entre las suyas y con la voz quebrada.

—Te perdono porque me lo estás diciendo con honestidad, si no fueses bueno tampoco, no le habrías dado una oportunidad a Richard —le puso la otra mano sobre las masculinas y sintió la barbilla temblarle.

—Esa familia siempre fue buena con nosotros, siempre nos tuvieron en cuenta a la hora de realizar un evento o invitarnos a pasar un fin de semana a algún lugar, sin contar con que con Richard todos los miércoles nos veíamos en la cafetería Grace en Yorkville —se sinceró.

—¿Y ahora?

—Estamos retomando esos encuentros, el mismo día y lugar.

—Me parece perfecto —le regaló una sonrisa—. Después de tantos problemas, todo volvió casi a la normalidad.

—Sí, pero se pudo haber evitado todo esto que sucedió.

—Lo sé, pero sin ese inconveniente, Colin y yo no nos hubiéramos conocido.

—Te equivocas, ustedes se conocían cuando eran chicos, el tema es que tú eras tan pequeña que no te acuerdas.

—Bueno, eso puede ser porque me lleva ocho años.

—Exacto, quiero comentarte otra cosa.

—Dime.

—Había pensado en ponerles un psicólogo y que él me diga que se podría hacer, no las veo bien y siento que en parte les debo un apoyo.

—Creo que te entiendo —le acercó un café y puso un masitero sobre la mesa para luego sentarse ella también cerca de él— y hubiera hecho lo mismo, cuando vives tantos años con alguien y termina así, necesitas que de alguna manera salgan adelante porque el dinero y la ambición la cegó.

—Exacto y yo siento que a las dos les pasó eso, se cegaron tanto que no midieron las consecuencias, les dije que nadie iba a presentar cargos y no irían a prisión, pero sí quería que salieran adelante ellas también.

—¿Y qué te dijeron? —Tenía la taza sujeta con ambas manos para beber un sorbo luego de hacerle la pregunta.

—No me respondieron, fue como si me hubieran ignorado, así que, buscaré un psicólogo para que las ayude.

Ambos quedaron en silencio y ella pensó en lo que le había escuchado a su padre.

Otoño 1 y 2 - {Bilogía: Romance Otoñal}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora