• Parte 3

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Dentro del dormitorio de Autumn y Colin, ella regañó a su marido.

—No debiste decirle eso a Oliver, es un buen hombre como para que sea considerado de la clase de hombres que terminan dañando a una mujer.

—Lo sé, pero no me pareció de más recordárselo, porque cuando un hombre obtiene lo que quiere, se esfuma.

—¿Tú hubieras hecho eso?

—No, estaba con unas ganas tremendas de llevarte a la cama y fue mejor de lo que habría imaginado.

—Lo dices porque era virgen.

—Lo digo porque me encantó tu cuerpo desde que te conocí y embarazada más.

—Cochino y superficial, porque no solo te tendría que haber gustado mi cuerpo.

—A veces te gusta que sea un cochino —le susurró en la oreja y ella emitió risitas—. Y al hombre le suele entrar por los ojos el cuerpo de una mujer, luego su manera de ser, pero fuiste el combo completo.

Se besaron bastante rato, pero luego se metieron a la cama para descansar.

Las parejas estaban disfrutando de aquellos días de descanso, aunque no del todo Oliver ya que él había ido por trabajo.

Quien tenía una cita de maquillaje tras otra era Autumn que cuando revisó su casilla de correo y perfil social tenía clientas que pedían por ella, aparte de comentarios, seguidores y likes.

—Al parecer estoy con mucho trabajo —les comentó sorprendida.

—Eso es muy bueno, felicitaciones, cuñada —le respondió el fotógrafo levantando la taza de café.

—Gracias —le dijo y los demás hicieron lo mismo.

—¿Conoces a alguien? —Quiso saber April.

—No, después de que atendí a Avalon comenzaron a aparecer clientas nuevas.

—¿Avalon? ¿La dueña de Avalon? —formuló como si estuviera diciendo un trabalenguas.

—Sí, ella. Se quiso atender conmigo, incluso ya concertó la cita para el evento.

—¡Es genial! —chilló su cuñada de alegría—, sus productos son muy buenos y su empresa de cosméticos es el sueño de toda chica.

—¿Sí? Escuché su marca, pero nunca probé sus productos, no estaban al alcance de mi bolsillo. Ahora que puedo permitirme más cosas, compraré lo que necesito para probarlos.

—Me lo hubieras dicho y te los compraba —expresó su marido.

—Te lo agradezco, pero sabes que me gusta poder comprarme por mi cuenta lo que necesito.

—Lo sé, pero nunca viene mal que alguien te eche una mano.

—Es cierto, pero desde que mi padre y tú han acordado ese contrato, puedo comprarme más cosas necesarias y lo que quiero.

—Tu marido es muy inteligente para llenarte de dinero —dijo con modestia.

—No eres el único inteligente aquí, hermanito —acotó April—, cada uno lo es en su trabajo.

—No lo dudo, sobre todo cuando se quiere obtener una meta para ser reconocido sin pisar a los demás.

Brindaron por eso que dijo y continuaron charlando.

Otoño 1 y 2 - {Bilogía: Romance Otoñal}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora