Capítulo 33.

647 31 3
                                    

Tocando las estrellas con las manos.

Janice.

Mis manos se hunden en la arena, las olas me sacuden y me lanzan más lejos, más a la orilla. A salvo, estoy a salvo.

Caigo boca abajo con la mejilla apoyada en la arena, estoy empapada, todo mi cuerpo tiembla por el frío que se impregna hasta en los huesos. Me remuevo buscando la espada, la encuentro no muy apartada y la tomo dispuesta a ir con los demás pero, el gruñido de animal que escucho a mi espalda me paraliza por completo.

Todo mi cuerpo tiembla con el escalofrío que me recorre toda la columna al escuchar como sus patas avanzan varios pasos, haciendo crujir la arena.

Despierta, bastarda. —su voz grave y burlona me obligan a dar la vuelta para encontrarme con esos ojos rojos y pelaje negro, tan aterrador como si estuviera frente al mismo demonio—Des...

¿Qué es lo que quieres de mí?—me acerco dos pasos demostrando seguridad, me tiene harta esta cosa—Si lo que quieres es matarme, dilo de una vez y te doy pelea a ver si eres capaz de conseguirlo.

Aprieto la pesada espada y la elevo dispuesta a acabarla de una vez por todas, así deja de aparecer en mis pesadillas y de atormentarme.

Su boca se estira en una macabra sonrisa que muestra sus filosos dientes.

—Despierta antes de que te asesine. —su lengua acaricia sus dientes, como si quisiera demostrarme que ya puede saborear mi sangre.

Lo ignoro, en verdad lo hago. Estoy cansada, muy cansada.

—¡Pelea conmigo!—grito corriendo en su dirección con espada alzada pero, no alcanzo a dar ni dos pasos cuando el rugido que brota de su garganta parece crear una onda de aire tan intenso, tan fuerte, que me lanza varios metros lejos.

Gimo adolorida, mis huesos chillan del dolor y mi cabeza palpita aún recordando ese aterrador rugido pero, armándome de todas mis fuerzas me obligo a ponerme de pie para continuar con esto. Debo terminarlo ya.

Un grito de sorpresa y horror se me escapa cuando algo me cae encima junto con unas largas garras que se me clavan en el pecho y me tumban de nuevo en la arena. Al abrir los ojos, veo a la bestia furiosa sobre mí.

—¡Despierta ahora!

El agua que sube por mi garganta me impulsa y obliga a toser el líquido salado que me salpica en la cara. Grandes manos me toman del rostro quitando los mechones de cabello mojados, su toque es cálido, familiar.

—¡Maldita sea, me asustaste!

Su voz, esa voz que conozco tan bien acaricia mis oídos y se mete en mi cabeza, calmando la turbulencia de mis pensamientos, y me obligo a abrir los ojos para confirmar que sea él y no vagas imaginaciones.

Casi quiero echarme a llorar cuando veo a Alecxander empapado, temblando y sosteniéndome fuerte entre sus brazos. Levanto mis manos temblorosas y toco su rostro, estoy tan asustada con estas pesadillas que se vuelven tan realistas que me da miedo que esto no lo sea pero, si lo es. Si es real, no morí y estoy con él de nuevo.

—¿Cómo estas? ¿estás bien? ¿y la espa...?

—Esa mierda no importa, lo bueno es que despertaste.

Me estrecha contra él luciendo desesperado, empiezo a llorar como una niña pequeña, escondo la cara en su cuello y me aferro con tanta fuerza a él que parece como si quisiera fundirme a su cuerpo pero, eso no me importa cuando Alecxander está igual o peor que yo.

PODER: El Libro De Las Siete Maldiciones. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora