Capítulo 51.

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La verdad detrás del espejo

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La verdad detrás del espejo.

Janice.

No están.

Mi padre, Susan, Lily, y Sabine no están. Se han ido. Han desaparecido.

En estos tres días que han pasado desde que nos tomamos Welfring como nuestro, no hay ni un solo rastro de mi familia. Es como si hubiesen sido tragados por la tierra. No hay nada en las cámaras que dé indicios de que hayan salido porque todas están dañadas, ni una sola sirve, apenas entramos al palacio lo único con lo que nos encontramos es con nada más que soledad. Sin empleados, guardias, nada. El palacio estuvo solo todo ese tiempo y nosotros no nos dimos cuenta.

Una amarga y tensa soledad que no hace más que incomodarme porque siento que esto no es nada bueno. Y lo más extraño de todo es que luego de una exhaustiva búsqueda en las oficinas de mi padre, no pude dar con nada. Direcciones, números, o alguna otra información que lo conecte a él con Malachai Vorag y con esos soldados que portaban armas y uniformes que no eran de Welfring.

No hay nada, ni de él, ni de mis hermanas, ni de Malachai. Es como si sus tratos nunca hubiesen existido porque por más que he buscado e investigado para dar con algo, termino en donde mismo empecé. Porque no hay nada aquí que conecte con los papeles que nosotros tenemos, no hay nada de Malachai Vorag, de Valkhyra, o de la Atomita.

Parece como si hubiese sido un vil sueño. Una pesadilla.

No sé que hacer, no sé como actuar porque no hay algo a lo que pueda aferrarme para avanzar, los únicos a los que podía preguntarle era a los soldados y todos ellos están muertos. Siento que me voy a volver loca, que me va a explotar la cabeza por tanto estrés, información nueva. Por tanto miedo.

Sí, miedo. Porque además de estar preocupada porque no tengo una pista que me dé la capacidad de iniciar con una búsqueda hacia mis hermanas, la situación con Alecxander no es muy sencilla. Es horrible, complicada, angustiante.

Desde hace tres días cuando nuestra victoria resonó en cada rincón de los Siete Reinos y vi una versión asesina de mi esposo, la palabra "descansar" ya no existe en mi vocabulario. No he pegado ni una sola vez el ojo, ando de un lado para otro, investigando, buscando a mi familia, reparando daños, tratando de calmar a las personas del pueblo, y cuando el sol se oculta y tengo tiempo libre lo único que hago es tomar una manta y sentarme en el mueble frente a la cama donde Alecxander ha estado reposando inconsciente todos estos días, preguntándome el porqué de muchas cosas.

Creo que en parte no he podido dormir porque apenas cierro los ojos lo único que puedo ver una y otra vez, es a Alecxander convertido en algo que nunca, ni en mil años, me hubiese imaginado. Y no es que nunca lo haya visto pelear o matar, no, esa no es la razón de mi perturbación. Se trata del hecho de que sus ojos y su cuerpo cambiaron, no era él, y a juzgar por lo poco que he logrado sacarle a Jedan, esta no es la primera vez que pasa. Ha pasado antes. Ha pasado muchas veces más.

PODER: El Libro De Las Siete Maldiciones. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora