Capítulo 44.

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Cierre

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Cierre.

Janice.

Muy bien, en los últimos treinta minutos tres cosas muy importantes han pasado.

Uno: Tuve una crisis nerviosa porque Alecxander viene en camino y me desmayé.

Dos: Al despertar me encontraba ya en la camioneta directo hacia el palacio en donde claramente ya estaba Alecxander.

Tres: ¡Alecxander llegó!

¿Estoy nerviosa? Por supuesto, nunca en toda mi vida había estado tan asustada como ahora, ni siquiera en la boda. Y es que una cosa es casarte con lo que piensas que es el peor hombre del mundo. Pero otra muy diferente es enfrentar la rabia del mismo hombre el cual amas, le pediste el divorcio y le negaste el derecho de que supiera que algo te había pasado estando embarazada de su hijo. Hijo que él había dicho no desear, pero eso no es lo importante aqui, claro.

Lo único importante aqui es que, al final de cuentas se enteró, ¿cómo? No tengo la más mínima idea, pero pasó, y ahora está detrás de estas puertas que me he negado a abrir en los últimos cinco minutos. No sé que pensar o que hacer, llevo una semana queriendo verlo, extrañándolo, llorando cada noche porque no está conmigo, y quizás mientras yo hacía eso él estaba echándome las mil maldiciones en su castillo porque me marché dejando sobre la mesa la carta del divorcio y sin decir que iba a pasar con nuestro hijo después de ello.

No sé que hacer, ¿debería entrar? ¿hablo con él y le pido perdón y que vuelva conmigo? ¿me doy media vuelta para...?

Un chillido entre la sorpresa y el susto se me escapa, retrocedo llevando una mano a mi pecho para calmar los latidos acelerados de mi corazón gracias a las puertas que se han abierto de golpe, mostrando a un Alecxander que con sólo dedicarme una mirada mortal, basta para que alce el mentón, apriete los puños y con todo el valor que puedo reunir de mi asustadizo ser, me adentro en la oficina sintiendo sus pasos de cerca y escuchando como lanza las puertas con rudeza.

Dudo por un momento, pero termino rodeando el escritorio y tomo asiento, viendo como él lo hace frente a mí, brindándome una perfecta imagen de su rostro y cuerpo gracias a los rayos de sol que se cuelan por la ventana. El cabello negro parece brillarle más que nunca, ese mechón rebelde que siempre le cae en la frente está ahí, el gris en sus ojos es casi irreal gracias al sol que...

—¿Entonces? ¿vas a hablar o vas a seguir mirándome como una tonta enamorada?

La rabia que destila su voz es tan estremecedora que eso es suficiente para que la nariz me arda con las repentinas ganas de llorar. Nunca me ha hablado así.

Sacudo la cabeza para aclararme, siento sus ojos encima por todas partes pero me niego a corresponderle porque de hacerlo, terminaré besándolo y llorando para que vuelva conmigo.

—No, dime, ¿a que has venido?—finjo acomodar los papeles perfectamente arreglados.

—¿A que vine? ¿es enserio?—bufa incrédulo, yo asiento luchando para no mirarlo. Que tortura—Tuve que dejar una reunión importante con los Baskerville porque me llegaron con la noticia de que tuviste una crisis nerviosa, lloraste, sangraste, te desmayaste, te vas a Kayser a hacer no sé que cosa y aún así tienes el maldito descaro de pedir que no se me informe nada, ¿este embarazo te está haciendo perder la cabeza o que?

PODER: El Libro De Las Siete Maldiciones. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora