Capítulo 65.

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El peso de tu ausencia.

Alecxander.

Un día.

Ha pasado un día desde que mi mujer no está, desde que fue capturada y encerrada.

Ha pasado un maldito día desde que la estúpida de Regina Baskerville mandó una caja a mi palacio con los mechones de su cabello rojo y con una nota que decía:

"250 años han pasado, y una vez más, la historia se repetirá. No te sorprendas cuando veas las llamas de la hoguera alzarse por los cielos, anunciando la caída de otro cuervo"

La ansiedad, el estres y la frustración que siento no es normal, no puede ser normal. Me voy a volver loco, ya no duermo, no pienso, ni hago otra cosa más que tramar mis nuevos planes. Se siente cómo si me faltara una maldita bala de oxígeno.

Ella es mi oxígeno.

Esta culpa que siento es intensa, me lastima, me arde, me quema. Cada vez que me detengo o quiero dejar de pensar en todo, son sus ojos y lo hermosa que estaba ese día lo que se siente como una patada en el estómago y me obliga a continuar. A no detenerme.

Ha pasado solo un día y se siente como una eternidad.

El flash de las cámaras me ciega, no puedo ver con claridad o distinguir los rostros de las personas que anotan en sus libretas y alzan sus micrófonos, expectantes a las palabras que vayan a salir de mi boca.

Mis manos acomodan el micrófono en el podio, me concentro y pongo el tipo de expresión que sé que dejará muy en claro lo que voy a decir.

—Voy a ser rápido y sincero con lo que diré a continuación—mi voz calmada pero firme, resuena por todo el salón principal de mi palacio que está lleno de periodistas—No quería iniciar una guerra tan rápido. No deseaba ver más sangre derramada. Pero Regina Baskerville ha dejado claro que no nos dará otra opción.

Hago una pausa, mis ojos caen en el podio y mis manos aprietan con fuerza la madera apenas recuerdo una imagen de mi esposa siendo acorralada, capturada y encerrada. Me imagino a esa vieja cortando su hermoso cabello, golpeándola, insultándola y pisoteando su moral, y debo concentrarme para que el Oscuriveno que por una extraña razón ha estado tranquilo se despierte y mate a todas estas personas.

—Mi esposa, la reina, ha sido apresada, encarcelada y posiblemente torturada bajo el mandato de Regina Baskerville.—tomo una vez más la palabra, todos están en silencio y viendo con detenimiento cada expresión mía—¿Cómo puedo quedarme de brazos cruzados ante tal atrocidad? ¿Cómo puedo permitir que una mujer que comentó hace unos meses sus intereses por restaurar la pirámide y tomarse la cima, me ataque y tilde de opresor cuando esto no es otro teatro más de ella?

Casi quiero sonreír con satisfacción cuando por fin los suaves susurros se convierten en murmullos y todos los periodistas se remueven alterados.

¿Es mentira? Sí. ¿Soy yo quien en realidad quiere tomarse la pirámide? Sí, obvio, pero no pienso quedarme de brazos cruzados cuando esto es una muy buena estrategia.

Basta con un solo movimiento de mi mano alzada, para que todos los presentes guarden silencio. Fijo los ojos en la cámara que apunta en mi cara y que es la que está transmitiendo en vivo esta rueda de prensa.

—Regina Baskerville, has declarado la guerra, y yo responderé. No con palabras, sino con acciones.—mis palabras caen como una sentencia de muerte—No voy a descansar hasta saldar por completo mis deudas, los ataques recibidos y los encarcelamientos injustificados. No voy a descansar hasta que te encuentre y te pongas de rodillas suplicando por piedad.—fijo por un segundo la mirada en mi anillo de bodas—No voy a descansar hasta acabarte, volverte cenizas, recuperar a mi esposa, y alzar mis banderas en Dorthonion. Espero que no se te olvide aquel contrato que me da todo derecho de tomar lo que, por ende, me pertenece.

PODER: El Libro De Las Siete Maldiciones. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora