Instinto.
Alecxander.
Sigo con la mirada fija en el techo sutilmente iluminado con la luz de la luna que se cuela a través de las cortinas, es pasada la medianoche y el sueño parece haberse olvidado de venir a mí, porque no he logrado conciliarlo en horas.
No sé porqué, hay susurros en mi cabeza, un peso en mi espalda y una tensión que no se me ha querido quitar en días. Es como si algo anduviera mal, como si hay algo que requiere de mi atención pero, no sé que es y eso es lo que me frustra.
Miro a la mujer a mi lado, sigue dormida igual que lo ha estado en las últimas tres horas y a diferencia de mí, ella parece más relajada, más tranquila, menos preocupada y alterada, ni siquiera ha tenido esas horribles pesadillas que la ponen a gritar por las noches. Su espalda desnuda es lo único que veo, algunos mechones rojos pintan la piel tan blanca como la porcelana iluminada por la luz de la luna, y las sábanas que la cubren de la cintura para abajo no me dejan ver otra parte de su cuerpo. Suspiro con pesadez, paso las manos por mi rostro queriendo aclararme, no debería estar tan abrumado cuando estoy pasando las mejores tres semanas de toda mi vida, he hecho a un lado las responsabilidades y me he concentrado en lo más importante ahora. Ella.
Pero hay algo.
Definitivamente hay algo que me está respirando en la nuca como una advertencia, las cosas que he pasado a lo largo de mi vida y mis experiencias como rey me han hecho guiarme por mis instintos. Siempre ha sido así y nunca me ha fallado, es por eso que hago las sábanas a un lado, me pongo con cuidado de pie y con rápidez me visto con sólo el mono de dormir tirado en el suelo. Tengo que asegurarme de que todo ande bien.
Le doy una última mirada a Janice, me aseguro de que esté respirando y despierta, una vez lo hago, salgo de la habitación caminando por los oscuros pasillos. Estamos solos, lo hemos estado todos estos días, no me gusta estar acompañado en este sitio ni de guardias ni de sirvientes, porque eso sería darle el conocimiento a un desconocido de esta propiedad y el chef de la otra noche ha sido un hombre que ha trabajado para la familia desde hace muchos años, sabe las consecuencias de ser un soplón y fue Janice quien sugirió dejarlo fuera porque ella era capaz de cocinar. Lo hace bien, muy bien para mi gran sorpresa y al menos no hemos muerto envenenados por mí y mi poca capacidad de cocinero.
¿Estamos mal por estar ignorando nuestras responsabilidades como reyes? Sí, obviamente que sí pero, a ninguno de los dos nos importa ahora porque un descanso así es lo que ella necesitaba y lo que yo necesitaba desde hace diez años.
Luego de pasearme por todas las ventanas, puertas y entradas de la mansión, voy hasta mi despacho para supervisar lo que hago todas las noches. Tomo asiento detrás del escritorio, enciendo la computadora para ponerme al día con las noticias que Lansel me va mandando sobre como están las cosas en Drangfield, lo he dejado a cargo de las reuniones con el consejo y de ciertas tareas con el pueblo, al igual que en Windsfield es Samantha quien se encarga de todo, ya que, Janice la nombró como su consejera y segunda mano.
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PODER: El Libro De Las Siete Maldiciones. [+18]
Misteri / ThrillerLuego de una tragedia que me quita toda posibilidad de escapar, una carta llega, un baile se aproxima y sé que los dioses tienen mi destino ya está escrito cuando noto sus intenciones de empujarme hacía él. Alecxander Herondale. Ese hombre que en...