|6|

298 45 26
                                    

Esa noche, una de las doncellas que se habían puesto al servicio de Hinata acudió a la alcoba para indicarle que, en una hora, se celebraría una cena en su honor, en el gran salón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa noche, una de las doncellas que se habían puesto al servicio de Hinata acudió a la alcoba para indicarle que, en una hora, se celebraría una cena en su honor, en el gran salón. 

La muchacha, llamada Sumire, observó su sencillo atuendo de arriba abajo. Hinata no portaba ropa de gala en su equipaje, nunca pensó que fuera a necesitarla y ocupaba demasiado.

—¿No te gusta mi vestido? ¿No es apropiado? —quiso saber, al ver su expresión.

—Bueno, el laird ha anunciado a todos que esta noche conocerían a su nuera y la expectación es grande. La mayoría se ha engalanado para la ocasión. Si me lo permite, su aspecto debería trasmitir que ahora es la esposa de Naruto MacUzumaki.

A Hinata le hizo gracia aquella expresión. Se cruzó de brazos y le dedicó a la doncella una sonrisa sincera.

—No tengo muy claro qué aspecto es ese. ¿El de una esposa orgullosa? ¿El de una dama recatada? ¿El de una mujer dispuesta a estrechar lazos con su nueva familia? ¿El de una noble inglesa que puede permitirse el lujo de mirar a los demás por encima del hombro? Dime, Sumire, ¿Qué es, exactamente, lo que debe transmitir mi aspecto?

La chica se removió en el sitio, incómoda. Aun así, no se mordió la lengua a la hora de expresar lo que pretendía advertirle. Solo por eso, a Hinata le cayó bien de inmediato. Le recordó a su hermana Sakura y su falta total de prudencia cuando se trataba de exponer sus pensamientos.

—Su aspecto debería ser el de una esposa de la que Naruto no se avergüence a pesar de ser una sassenach. Su aspecto, esta noche, para presentarla ante su nueva familia y los amigos más allegados, debería ser el de una reina. Mi joven señor debe sentirse orgulloso de exhibir a su mujer, y no criticado y censurado por su elección.

—Una elección a todas luces equivocada, según tu opinión —dijo Hinata, chasqueando la lengua.

La joven doncella tuvo la decencia de sonrojarse y de dar un paso atrás al darse cuenta de lo que había dicho.

—Disculpadme, mi señora. No pretendía, de debí...

—Cierto. Deberías morderte la lengua más a menudo, Sumire, ocasionarías menos problemas a todos los que convivimos contigo.

Las duras palabras llegaron desde la puerta. La criada se giró con rapidez al escuchar la voz autoritaria e hizo una genuflexión para mostrar su arrepentimiento.

—Lo siento mucho, de verdad. Yo no...

La mujer castaña que la observaba con reproche levantó una mano para hacerla callar. Después, sus ojos verdes se posaron en los de Hinata, aunque su gesto no varió demasiado. La joven Hyūga encontró en ellos la misma censura que la doncella había expresado con su comentario.

—Soy Evanna MacUzumaki, esposa del laird y señora de este castillo —se presentó con cierta pompa.

Hinata se apresuró a inclinarse ante ella como lo había hecho segundos antes la criada.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora