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A pesar de que la euforia de las celebraciones y la cerveza habían distorsionado su visión de la realidad y su percepción del tiempo, Naruto no estaba tan borracho como para no darse cuenta de que hacía mucho rato que no veía a Hinata

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A pesar de que la euforia de las celebraciones y la cerveza habían distorsionado su visión de la realidad y su percepción del tiempo, Naruto no estaba tan borracho como para no darse cuenta de que hacía mucho rato que no veía a Hinata. 

Cuando sus hombres se lo llevaron para brindar con él por el triunfo conseguido, supuso que la joven había preferido permanecer en un segundo plano por su propia seguridad. Aquellos salvajes lo vitorearon y demostraron su júbilo masculino lanzándolo por los aires, dándole fuertes palmadas en la espalda y abrazos de osos.

Después de aquello, no la había vuelto a ver.

Se acercó hasta su dama de compañía. Kurenai charlaba junto a las amigas de Hinata mientras disfrutaban de los refrigerios y las bebidas que habían servido.

—¿Dónde está mi esposa?

El semblante de la mujer mayor pareció sorprendido.

—¿No estaba con vos? Cuando nos separamos, pensé que iba a buscarlo.

—Yo la vi hace rato —contestó Tenten —. Se fue en esa dirección, hacia el lago. Pensé que había bebido demasiado y que necesitaba un momento de intimidad... pero no ha regresado aún.

—Iré a buscarla.

Naruto puso rumbo al lago. Gruñó para sus adentros. Recordó que ya le había advertido en otra ocasión de que no debía alejarse sola para aliviar sus necesidades. Y esta vez era peor, porque, según Tenten, había bebido demasiado. 

Su capacidad de pedir auxilio en caso de necesitarlo estaría mermada, y a él no se le iba de la cabeza que Hinata ya había tenido un par de encuentros con Toneri MacŌtsutsuki. ¿Y si el guerrero, después de la derrota, intentaba desquitarse con ella?

Aceleró el paso cuando el miedo atenazó su corazón.

La zona del lago apenas estaba iluminaba, las luces de las hogueras no llegaban hasta allí. Por suerte, la luna brillaba en el cielo redonda y resplandeciente, arrojando sus rayos sobre el camino para que Naruto pudiera ver hacia dónde se dirigía.

Y pudo ver también su silueta.

Le extrañó encontrarla sentada sobre la hierba, cerca de la orilla, abrazada a sus rodillas y con la mirada perdida en las aguas oscuras.

—¿Hinata? —Ella giró la cabeza al oírlo—. ¿Qué haces aquí?

Antes de que llegara a su lado, Hinata se levantó y compuso una sonrisa. Había algo diferente en ella; algo que, por más que Naruto se esforzó, no pudo adivinar.

—Estaba sopesando la posibilidad de darme un baño a la luz de la luna, como hiciste hace unos días. Te dije, cuando llegaste al salón con el pelo mojado, que me hubiera gustado compartirlo contigo.

—El agua está muy fría —le advirtió él.

—No me importa. —Hinata le rodeó el cuello con los brazos y se pegó a él—. Quiero nadar a tu lado. Vamos a bañarnos.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora