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No despertaba

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No despertaba.

Naruto se paseaba angustiado por la alcoba donde habían acomodado a Hinata tras regresar a Mullach Creige, rezando para que abriera los ojos por fin. No lo había hecho desde su desvanecimiento y todos dieron por sentado que el brebaje que había ingerido era el culpable de sus males.

Toneri había obligado a las dos mujeres Senju a cuidarla para que la trajeran de regreso, pues tanto él como los demás las culpaban de su estado.

—Más vale que lady Hinata despierte, porque pagaréis con vuestras propias vidas si algo le ocurre a la dama —las amenazó el laird MacŌtsutsuki.

Su hermana Ino no se separaba de la cama. Con los ojos llorosos de preocupación, le hablaba, intentaba que reaccionara, la llamaba...

Pero Hinata no respondía.

Algunas veces balbuceaba cosas ininteligibles o que no comprendían.

—El círculo... —susurraba, entre sudores, temblando—. Hay que quemarlo, los descendientes...

Karin y Mito le habían dado a beber otras pócimas bajo la atenta mirada de Naruto. Gobernaba a duras penas la furia asesina que sentía corriendo por sus venas, porque esas dos brujas eran las únicas que podían devolvérsela.

—Es como si algo la retuviera al otro lado —murmuró Mito, tras horas de infructuosos remedios—. El efecto de la mandrágora ya tendría que haberse pasado.

—Piensa en algo, maldita arpía, porque será la única manera en la que tu nieta y tú salgáis de aquí con vida —le advirtió de nuevo Toneri MacŌtsutsuki.

A Naruto lo sorprendía y lo incomodaba que pareciera tan preocupado por Hinata. Sin embargo, ambos estaban del mismo lado en esos momentos y no osaba pronunciarse al respecto. Él también deseaba que esas dos mujeres dieran con la solución.

—¿Quieres que me vaya de Mullach Creige? —Le preguntó entonces Karin a su laird.

En la mirada carmesí de la joven se leía claramente el dolor del desamor.

Algo que, por el gesto desdeñoso de Toneri, a él le traía sin cuidado.

—¿Acaso crees que te querría aquí, a mi lado, después de lo que has hecho? Te llevaste a la dama a escondidas en un acto que solo puedo considerar de traición.

—No quería hacerle daño, debes creerme, Toneri... La estábamos ayudando.

—Eso no importa —el laird la miró con una frialdad que congeló el ambiente de la habitación—. Me engañaste, te saltaste mi autoridad, envenenaste a mis hombres en las murallas... ¿Eres consciente de todo el daño que causaste? Por tu culpa, no nos percatamos de que un ejército se acercaba hasta que ya fue tarde. 

» Por tu culpa, esa mujer, a la que le di mi palabra de que nada malo le sucedería bajo mi techo, se debate ahora entre la vida y la muerte. No eres una MacŌtsutsuki... Nunca lo has sido y no te quiero aquí. Cuando lady Hinata despierte, si lo hace, te marcharás con tu abuela para siempre, para no volver.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora