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Mientras Hinata reponía fuerzas en aquella taberna del camino, a Naruto lo dominaba la desesperación

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Mientras Hinata reponía fuerzas en aquella taberna del camino, a Naruto lo dominaba la desesperación.

Pocas veces se había sentido tan fuera de sí como en aquellos momentos. Desde que despertó solo en su alcoba y se dio cuenta de que Hinata había desaparecido, su mundo se había vuelto del revés. 

Maldito fuera por haber bebido tanto la noche anterior y por haberse dejado embrujar de ese modo por los encantos de su mujer... Había dormido tan profundamente y tan satisfecho, que no se percató de su marcha hasta muy avanzada la mañana. 

Bueno, sí que había abierto los ojos cuando ella abandonó el lecho, adormilado, y la había escuchado decir que iba a por un poco de agua fresca... ¿o tal vez lo había soñado? Ya no tenía remedio, de todos modos.

Menudo guerrero inepto estaba hecho.

La había buscado por todo Namikaze, sin encontrarla. Los rumores de que se había marchado con los MacŌtsutsuki corrieron raudos por todo el castillo hasta que llegaron a oídos de su padre. Minato montó en cólera cuando se enteró de que su «nuera» se había marchado con Toneri.

—Prepararemos a nuestras tropas —le dijo a Naruto, poniéndole una mano en el hombro—. No te apoyé cuando manifestaste amor por la joven Ino, pero esto es distinto. Hinata es tu esposa y ese hombre vil la ha secuestrado delante de nuestras narices.

» No me creo que ella se haya marchado por propia voluntad. Seguramente la ha amenazado para obligarla a seguirlo. Si Toneri MacŌtsutsuki quiere una guerra contra los MacUzumaki, guerra tendrá.

—Padre, ¿contra los MacŌtsutsuki? —preguntó el joven Konohamaru al escucharlo.

Desde siempre, todos los clanes habían rehuido cualquier tipo de enfrentamiento con ellos. Su fortaleza en las montañas les daba ventaja sobre cualquiera que quisiera atacarlos y su ferocidad en la batalla era difícil de igualar.

—Ahora contamos con poderosos aliados. Los Anbu son familia, y la dama ya nos dijo que su padre y su cuñado español pertenecen a la nobleza. Pueden enviarnos soldados de apoyo para rescatarla.

Ante aquel arrebato de su padre, Naruto había sentido emociones contradictorias. Por un lado, lo emocionaba que Minato lo respaldara y estuviera dispuesto a ir a la guerra por una joven inglesa solo porque era su esposa, una MacUzumaki, una de los suyos.

Por otro lado, no podía consentir que su gente, sus amigos, arriesgaran su vida por una mentira.

—Padre, tengo que confesarte algo —le había dicho, sin querer que aquel asunto se enredara todavía más.

Por fortuna, en aquella reunión de urgencia solo estaba la familia: su padre, su hermano y su madrastra. Naruto se fijó en que los ojos verdes de Evanna lo miraban como si intuyera que su secreto no era algo bueno, y se removió en el sitio, incómodo.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora