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En la oscuridad de la mazmorra, Naruto había pasado una mala noche

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En la oscuridad de la mazmorra, Naruto había pasado una mala noche. Había dormido a ratos, o tal vez había perdido el conocimiento... No estaba seguro. Despertó del todo sin saber cuántas horas llevaba allí metido, porque nadie había ido a buscarlo o a hablar con él desde que los guardias lo lanzaran contra el duro suelo de piedra de aquel tétrico lugar.

Su incursión en la fortaleza había sido un fracaso absoluto y se lamentaba por haber sido tan descuidado. No había sido lo suficientemente sigiloso a la hora de atravesar las defensas de Mullach Creige y, como consecuencia, ahora Toneri lo mantenía prisionero. ¿Hasta cuándo? ¿Qué pensaban hacer con él?

«Al menos, no me ha matado», rumió, mientras sus ojos estudiaban las frías y húmedas paredes que lo rodeaban.

En la zona frontal, unos gruesos barrotes de hierro lo separaban de la libertad.

Y de Hinata.

¿Cómo estaría? ¿Toneri se habría atrevido a hacerle algo? La incertidumbre lo devoraba por dentro y lo impulsó a levantarse del suelo para acercarse a la reja oxidada. Notó dolor en todo su cuerpo por la paliza recibida, aunque lo aceptó de buen grado. Era poco castigo por su falta total de habilidad a la hora de llevar a cabo su misión.

Intentó ver algo más allá de la poca luz que arrojaba la única tea prendida en la pared, pero todo era oscuridad en aquel pasillo.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó en voz alta.

Sus palabras rebotaron contra los muros con un eco helado.

Aprovechó su soledad para imaginar lo que haría cuando alguno de los guardias se acercara hasta la celda para darle un poco de agua o de comida. Tal vez podría aparentar más debilidad de la que sentía para que el soldado MacŌtsutsuki se confiara. Entonces, tendría una oportunidad de sorprenderlo, cuando el otro bajara las defensas, y podría atacarlo para escapar una vez que...

—Si estás pensando en la mejor manera de salir de aquí, te lo advierto: no la hay.

La voz grave y susurrada le llegó desde la zona en penumbra, sobresaltándolo.

El enorme cuerpo se movió entre las sombras y avanzó hasta la zona iluminada. Toneri lo miró con aquellos ojos inhumanos y Naruto se preguntó cómo demonios podía permanecer tan quieto y tan en silencio como para mimetizarse con el entorno.

—¿Cuánto llevas ahí, observándome?

—Lo suficiente.

—¿Dónde está Hinata? ¿Qué has hecho con ella?

—Está en sus aposentos, descansando. El viaje hasta aquí ha sido agotador y debe reponerse. ¿Creías que la tendría encerrada en la mazmorra, como a ti? La dama, al contrario que tú, es mi invitada.

—¿Por qué te la llevaste? Sé que no me hubiera dejado por propia voluntad, MacŌtsutsuki. ¿Qué le hiciste, qué le dijiste?

Toneri se cruzó de brazos y esbozó una sonrisa maligna.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora