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La prueba de lucha cuerpo a cuerpo dio comienzo y todos los asistentes gritaron enfervorecidos para animar a sus respectivos campeones

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La prueba de lucha cuerpo a cuerpo dio comienzo y todos los asistentes gritaron enfervorecidos para animar a sus respectivos campeones. Naruto pasó las primeras rondas sin dificultad. Tal y como le había confesado a Hinata, se sentía más fuerte que nunca. 

Solo tenía que cerrar los ojos e imaginarla tal y como la había tenido esa noche entre sus brazos, desnuda y preciosa, devolviéndole beso por beso y caricia por caricia, para que su ánimo se exaltara y atacara con más ahínco a su contrincante.

Ganaría por ella.

Hinata se enorgullecería de su esposo.

Y así, batalla a batalla, llegó hasta la gran final, donde, como no podía ser de otra manera, tendría que enfrentarse a Toneri MacŌtsutsuki.

—Vamos, esta vez podrás con él —lo animó Chōji, antes de ofrecerle el odre con agua mientras se preparaba y se mentalizaba.

Era la tercera vez que se veía las caras con MacŌtsutsuki en una final de lucha, y las dos anteriores había perdido. El guerrero de pelo blanco era un portento físico y su técnica era impecable. 

Era como enfrentarse contra un bloque de hielo, duro, frío, imbatible. Tenía ganada media pelea solo por cómo miraba a sus contrincantes. Aquellos ojos del infierno carbonizaban la confianza de cualquiera.

Sin embargo, esta vez, Naruto contaba con un escudo protector contra aquella mirada asesina. Tenía a Hinata, que representaba para él todo lo bueno que había en el mundo y que podía repeler el mal que le salía a MacŌtsutsuki por cada poro de su piel.

—¿Cómo te sientes, hijo? —le preguntó su padre.

—Bien. Muy bien. Podría partir un tronco por la mitad solo con mis manos.

—No hace falta que partas a Toneri por la mitad —le dijo Konohamaru—, basta con que lo derribes. Aunque no me importaría que le rompieras algún hueso en el intento.

Naruto agarró a su hermano por la nuca antes de replicar:—Nada de huesos rotos. Lo ganaré limpiamente, Konohamaru.

—Entonces será todavía mejor, porque su humillación será completa —insistió el pequeño de los MacUzumaki, que parecía tener algo personal en contra del laird MacŌtsutsuki.

Todos sabían que no era más que el pavor que siempre había sentido en su presencia.

Cuando volvieron a sonar los tambores anunciando que la gran final estaba a punto de empezar, Naruto buscó a Hinata con la mirada. La encontró rodeada de sus amigas, agarrada de la mano de su dama de compañía para controlar sus nervios.

Que ella se preocupara por lo que iba a suceder le agradó, aunque no deseaba que sufriera. Le hizo un gesto de ánimo con la cabeza para tranquilizarla y ella le mostró una sonrisa que le aceleró el corazón y lo llenó de confianza.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora