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La boda se celebraría al día siguiente, tal y como Naruto deseaba

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La boda se celebraría al día siguiente, tal y como Naruto deseaba. Después de la escena del salón, y tras averiguar que su hija ya se había entregado a ese hombre voluntariamente, el barón de Konoha y su esposa accedieron más que gustosos a preparar el enlace sin más demora.

Iba a ser una ceremonia muy sencilla, dadas las prisas. Hinata se engalanó con su mejor vestido, pero, tras mirarse en el espejo, sacudió la cabeza con disgusto. Aquella no era la imagen que quería para unirse a ese hombre. Deseaba que, si bien iban a ser unos esponsales improvisados, al menos, fueran inolvidables.

Acudió a la señora Yūhi y, entre las dos, sacaron los vestidos que había traído consigo tras su periplo por Escocia. Kurenai estuvo encantada de ayudarla en esos momentos y pensó que la idea de Hinata era maravillosa, por lo que se puso manos a la obra de inmediato para que tuviera listo su traje de novia a tiempo.

Así, cuando caminó del brazo de su padre hacia el altar, Naruto abrió mucho los ojos al verla y, enseguida, mostró una sonrisa tan complacida que Hinata supo que había acertado al elegir aquellas prendas.

Había imitado el atuendo que usó para su presentación ante los MacUzumaki, solo que, en esta ocasión, el vestido que llevaba bajo la sobrevesta con los colores del clan era de elegante seda blanca. Las pieles de cordero sobre sus hombros eran las mismas, pero había cambiado el cinturón confeccionado con el cordel de cortinas por una fina cadena de aros de plata. 

Y el peinado también era distinto. En lugar de trenzar algunos mechones a modo de corona sobre su cabeza, llevaba un elaborado recogido que Shion había creado para la ocasión y, como adorno, una diadema de plata a juego con su cinturón. Su ramo de novia estaba hecho con lirios.

Al llegar hasta Naruto, su padre la entregó tras darle un beso en la mejilla. El guerrero la tomó de la mano y sus ojos brillaron de orgullo y amor al contemplarla.

—Eres la novia más hermosa que he visto en mi vida —susurró, emocionado.

La joven tragó el nudo que tenía en la garganta y se sintió inmensamente feliz.

Y allí, rodeada por su familia, con Sai Anbu ejerciendo de padrino de Naruto y los demás guerreros escoceses como testigos, Hinata dejó de ser una Hyūga para convertirse, esta vez sí, en Hinata MacUzumaki.

*          *          *

Toda la servidumbre del castillo se había volcado con aquella apresurada celebración. Para la cena, a pesar del poco tiempo del que dispusieron, habían organizado las largas mesas en el gran salón repletas de bebidas y refrigerios, con platos que habían estado preparando en las cocinas desde muy temprano aquella mañana. 

Deliciosos asados de faisán, venado y jabalí; guarniciones de coles, remolachas, cebollas y zanahorias; grandes hogazas de pan de distintos tipos: con semillas, morenos y crujientes; arenque en salazón y bacalao ahumado; quesos, lonchas de jamón, mermeladas y frutas variadas, además de los postres como el pudin, galletas de jengibre, bizcochos y, por su puesto, el pastel nupcial.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora