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El amanecer sorprendió a Hinata con un dolor de cabeza intenso

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El amanecer sorprendió a Hinata con un dolor de cabeza intenso. Le palpitaban las sienes y sentía el cuerpo revuelto. Jamás había bebido tanto como la noche anterior. 

Su cabeza era un caos de pensamientos y de sensaciones que se le escapaban y que no podía retener más de unos segundos, por lo que no lograba identificarlas.

Se incorporó en la cama y siseó una maldición cuando un lacerante pinchazo le atravesó el cráneo.

—¿Cómo puede gustarles tanto a los hombres beber vino sin contención? —murmuró, con voz pastosa.

Tenía mucha sed. Se levantó y se sirvió una copa con agua de la jarra que, seguramente, Sumire había dejado para ella la noche anterior.

Cuando rellenaba la copa por segunda vez, la doncella entró en la habitación tras llamar a la puerta con suavidad.

—Mi señora, ¿ya está despierta?

—Sí. Buenos días, Sumire. Qué alegría verte, hoy sí necesitaré tu ayuda.

—¿Cómo se encuentra? —le preguntó, al ver que se llevaba las manos a la frente—. Le he traído una tisana para el malestar.

Hinata comprobó que la joven llevaba una bandeja con un cuenco humeante.

—¿Cómo has sabido que estaba indispuesta?

—Me lo ha dicho vuestro esposo. Me ha pedido que esta mañana la cuide especialmente.

Cuando Sumire se refirió a Naruto, Hinata enrojeció. Imágenes borrosas de la noche anterior cruzaron por su mente y un vértigo desconocido se enroscó en su estómago. No sabía muy bien qué había ocurrido, no era capaz de recordar la conversación que había mantenido con el guerrero, ni cómo ni cuándo había terminado metida en la cama.

Solo tenía clara una cosa: se habían besado.

No podría decir cuántas veces, ni si ella había hecho el ridículo porque era primeriza en cuestión de besos. Tampoco podría asegurar que el encuentro no hubiera ido a más... ¡Oh, buen Dios! ¿Qué había ocurrido en realidad entre los dos?

Hinata únicamente conseguía rescatar algunas sensaciones de la pasada noche. La emoción de verse deseada a través de los ojos de Naruto, el corazón bombeando muy fuerte en el pecho, el indescriptible placer de sentir sus labios duros contra la boca, la paz de verse envuelta entre sus brazos, apretada contra aquel pecho fuerte, la excitación de recibir sus primeros besos...

—¿Dónde está? —le preguntó a Sumire.

De pronto, le urgía aclarar lo sucedido entre los dos. Eran un matrimonio falso, lo tenía muy en cuenta, pero la noche anterior algo había cambiado. Y no estaba segura de que fuera a gustarle ese cambio si el resultado era que sus planes pudieran verse entorpecidos. 

Ella no quería terminar enamorada de un guerrero que estaba atado por deber a su clan, y él no debía enamorarse de una mujer que tenía una misión que la alejaría de Namikaze en poco tiempo. Aunque, tal vez, esto último no mereciera su preocupación, porque Naruto, hasta donde ella sabía, continuaba prendado de su hermana Ino.

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora