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Hinata recorrió el trayecto hasta sus aposentos como si estuviera inmersa en un sueño

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Hinata recorrió el trayecto hasta sus aposentos como si estuviera inmersa en un sueño. La mano de Naruto era cálida y firme, y las miradas que le lanzaba mientras caminaban lograban que el nudo que se había formado en su estómago se contrajera cada vez más.

Su mundo había quedado reducido a esos ojos, a la promesa que flotaba en el aire a su alrededor y que la llevaba en volandas hasta su destino.

Cuando por fin se encerraron en su alcoba, se quedaron frente a frente, emocionados, sin poder apenas respirar.

—Hinata —le susurró Naruto, antes de tocarla—, si sucede, ya nada volverá a ser igual.

Ella fue incapaz de pronunciar una sola palabra. La atracción que sentía por ese hombre anulaba todo lo demás y sus cinco sentidos estaban puestos en lo que iba a ocurrir a continuación.

En eso que iba a cambiarlo todo.

Por su mente pasaron las imágenes de los relatos de sus hermanas casadas acerca de sus respectivas noches de boda, y se le aceleró el pulso. Se le secó la boca y se impacientó por descubrir cómo sería yacer con Naruto.

—Hinata —habló de nuevo él, al ver que ella no le respondía—, ¿estás segura?

Por toda respuesta, la joven se acercó y, al igual que había hecho esa misma mañana tras el triunfo del guerrero, se aupó sobre la punta de sus pies para abrazarlo y posar los labios temblorosos sobre su boca.

Al principio, Naruto se quedó muy quieto. Hinata lo tentó con besos suaves sin ir más allá. Lamentaba su inexperiencia y sus dudas, pero estaba dispuesta a demostrarle que deseaba aquel encuentro con todo su ser.

Quería que le quedara claro que era él, y solo él, con quien deseaba estar. Sus manos descendieron por el cuello del hombre y acarició muy despacio sus hombros y los musculosos brazos. Las yemas de sus dedos lo recorrieron a placer y terminaron por colarse bajo su camisa. Le rozó el estómago con las uñas, le arañó los abdominales endurecidos y subió hasta su pecho...

Fue todo lo que Naruto aguantó.

Con un gruñido, separó los labios y hundió la lengua en la boca de Hinata con ansia. La aferró de las caderas y la pegó a su cuerpo, de modo que ella pudo notar lo excitado que estaba a pesar de su pasividad inicial.

—Hoy no te vayas —murmuró la joven, entre beso y beso—. Tampoco quiero que me eches.

Naruto se contempló en los ojos perlas de Hinata y ella sintió el ardor de esa mirada por todo el cuerpo.

—No lo haré. Esta noche nada ni nadie impedirá que te haga mía.

Las enormes manos del guerrero la sujetaron con suavidad por las mejillas y volvió a besarla con todas sus ganas.

Hinata se sentía flotar. La boca de Naruto era apasionada y le transmitía emociones profundas que agitaban todo su ser. El nudo de su estómago se destensaba por momentos, pero su lengua cálida, suave y exigente al mismo tiempo, lograba que todo su cuerpo se estremeciera de anhelo. 

Hinata la valienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora